Mucho se habla sobre las reservas forestales, sobre la necesidad de preservarlas de la explotación irracional, de la urgencia de impedir la presencia de extraños, especialmente en regiones donde la calidad y cantidad de maderas da lugar a depredadores que invaden esos sitios y destruyen bosques para aprovechar maderas sin autorización alguna. Entre las reservas está, por supuesto, la región del TIPNIS que con tanto sacrificio y empeño defendieron los campesinos de la región, que han logrado un decreto para impedir el paso de una carretera dividiendo el territorio y han realizado una marcha que ha sido apoyada por toda la colectividad nacional y también respetada por la internacional.
Los bosques de Isiboro Sécure son ricos en vegetación de todo tipo; su fauna es poseedora de especies animales, sus ríos contienen peces de diversas clases; su suelo, según entendidos, contiene minerales y hay muchos sitios que pueden ser destinados a la extracción de petróleo y gas; pero la madera sobresale -al menos de momento- entre tanta riqueza porque su explotación inmediata sería el mejor medio para que los interesados levanten campamentos y, con el pretexto de “ser colonizadores”, empiecen trabajos para asentarse en ricas tierras y empezar la depredación de valiosas maderas, sin autorización alguna.
Varias han sido las causas que determinaron que el ser humano utilice la madera no sólo en la fabricación de muebles sino en la construcción de viviendas y obras de infraestructura a través de los siglos; pero, en todo caso, cuidando su preservación mediante el cultivo, la conservación de especies que permitan contar con ellas en forma permanente. Lo grave es que, en la mayoría de los países, se ha descuidado un aspecto tan importante como es el de la reposición, de cuidar nuevas plantaciones y cultivo de árboles y el cuidado que se tenga con reservas de bosques en los trópicos, cabeceras de valle, valles y hasta sitios altiplánicos.
Pero una explotación racional de la madera está legislada y prevé sanciones para quienes no respetan reglas claras que establecen la urgencia de mantener incólumes los reservorios y, además, que se haga plantaciones en sitios donde antes no se tenía vegetal alguno. Planes de forestación han dado excelentes resultados en muchos países y se ha logrado la creación de reservas fiscales y particulares.
Lamentablemente, la depredación indiscriminada, la que está alejada de toda legislación y que no cumple simples normas de preservación y conservación, ha dado lugar a que el negocio ilícito con las maderas sea permanente, especialmente con el progreso que acarreó la apertura de líneas ferroviarias y donde la madera ha jugado papel importante para que los ferrocarriles -arterias de la comunicación y unidad entre regiones y países- sea efectiva.
En Bolivia, como en casi todos los países del mundo, si bien hay disposiciones legales que prohíben la destrucción de bosques, de reservas fiscales y el talado de árboles sin cumplir normas elementales y cuidando su reposición oportuna, no siempre se las cumple, porque los “maleantes de los bosques” (como se ha llamado a los depredadores a principios del Siglo XX) se han encargado de asegurarse enriquecimientos mediante una labor que atentó contra toda la humanidad.
Será preciso que sean creados controles especiales para evitar semejante delito en nuestro territorio, no sólo mediante guardabosques sino cuidando que la población reciba la instrucción precisa para que, desde la niñez, se evite los graves perjuicios que se sufre por no respetar los bienes naturales.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |