No hay peor enemigo que el de tu profesión

En nuestro país suceden inaceptables cambios profundos en personas, sin importar el género, que carecen absolutamente de respeto a principios y ética, que originan con notoriedad trastornos en su personalidad, especialmente cuando son beneficiados, en la mayoría de los casos sin mérito, con cargos acompañados de poder, que les permiten sin escrúpulo alguno dañar a sus propios colegas de profesión y al gremio al que pertenecen.

El título que utilizo para este artículo es el más apropiado cuando debo referirme a tres profesiones dañadas por sus propios integrantes, como las de los abogados, periodistas y médicos.

Empiezo recordando que la intervención y destrucción del Ilustre Colegio de Abogados de La Paz, con más de 100 años de gloria al servicio de la sociedad y sus colegiados, tuvo como principales autores a no más de cuatro abogados, entre ellos un ex Presidente de esa institución, quienes asumiendo cargos eventuales en este Gobierno consiguieron la promulgación de dos decretos supremos que originaron una insolvencia económica que no permite solventar las necesidades de una moderna estructura construida en la brillante gestión del Dr. Gastón Ledezma, en la que también el autor de este artículo fue Vicepresidente. No se puede comprender cómo algunos pocos abogados se esmeraron con notorio tinte político en socavar en pocos meses lo que se logró en más de 100 años.

Ocurre también en el ámbito de los profesionales periodistas, ya que cuando designan Ministro de Informaciones, inmediatamente el periodista designado inicia deslealmente una campaña para procurar la desaparición de la Ley de Imprenta o para objetar vehementemente a sus colegas el sagrado derecho que tienen sobre la libre expresión y libertad de prensa para informar y además orientar al pueblo boliviano. También debemos recordar que en forma abusiva se pretende inventar nuevas normas para limitar el accionar de todos los miembros de la prensa, sea escrita, oral, televisiva o de otra modalidad.

Y en la rama de los médicos se hace indiscutible el atropello permanente a sus derechos, siendo los fugaces ministros de Salud quienes, olvidando que pertenecen al gremio, inmediatamente de asumir al cargo también inician un impertinente accionar con el propósito de ocasionar daño a sus propios colegas. Y el ejemplo es muy claro en la actualidad, cuando una conquista social de más de 40 años, que constituye en materia laboral un derecho adquirido y consolidado, se la quiere violentar con fines exclusivamente políticos y sin ningún contenido científico médico que demuestre que el aumento de dos horas de trabajo supuestamente daría lugar a una mejor atención de calidad.

Por motivo de espacio no podemos referirnos a otras profesiones, Fuerzas Armadas, Policía, etc., donde también podemos señalar que NO HAY PEOR ENEMIGO que el de tu propia profesión.

El autor es abogado y profesor universitario.