Que el Gobierno hubiese reconocido que gran parte de los empleados públicos no percibe salarios justos y que era necesario hacerles un aumento importante del cien por ciento, ha confirmado que el costo de vida ha alcanzado niveles muy elevados y que, al mismo tiempo, el poder adquisitivo de toda la población también ha sufrido una disminución considerable.
En particular se debe destacar que durante el sexenio que transcurre, el poder adquisitivo de los sueldos y salarios de los trabajadores en general ha ido disminuyendo paulatinamente, al extremo que se afirma que en ese lapso, la reducción de ese indicador cayó en alrededor del 15 por ciento, vale decir que ahora se compra sólo la mitad de lo se compraba anteriormente.
De otro lado, los salarios no han registrado alzas sustanciales, ya que únicamente las autoridades decidieron hacer aumentos en proporción a la inflación e inclusive, en algunos casos, en niveles inferiores a ese problema, por lo que se concluye que el nivel de vida de los sectores de trabajadores está cayendo en una situación difícil que inclusive se aproxima a la pobreza y, en algunos casos, hasta en la miseria, ya que sus ingresos apenas abastecen para cubrir sus necesidades de alimentación.
Investigaciones serias, como la realizadas recientemente por la consultora CEDLA, confirman además que la pérdida del valor adquisitivo de casi 2 por ciento anual de los obreros fue calculado sobre la base del índice de precios del consumidor que toma en cuenta 304 productos, lo cual significaría que el incremento en el precio de los alimentos sería mayor. Se concluye, además, que una persona ya no puede comprar la misma cantidad de productos con su salario por el incremento de los precios en el mercado.
El efecto de la caída sostenida del poder adquisitivo del salario tiende, por otro lado, a seguir creciendo, pues algunos sectores sociales, como los chóferes, una vez que a principios de año subieron sus tarifas, ahora vuelven a exigir un aumento, lo cual será de graves consecuencias en la población que tiene congelados sus ingresos y que, al mismo tiempo, sufre el alza de precios en todos los rubros, en especial el de alimentos.
Esa situación económica poco optimista no sólo afecta a los sectores laborales con salarios fijos, sino también está afectando a profesionales, trabajadores por cuenta propia y empleados, sectores cuya capacidad de compra también se ha estancado o sigue una tendencia descendente. Víctimas de ese estado de cosas serían particularmente las poblaciones de los departamentos de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, lo cual sería la causa para la intranquilidad social y las crecientes demandas de aumentos salariales, no sólo en proporción a la inflación, sino algo más sustancial, de tal forma que la lucha contra la pobreza sea realmente positiva y no sólo factor de propaganda.
Finalmente, hay que destacar que la caída del poder adquisitivo de los trabajadores no sólo es un problema que les afecta a ellos mismos sino también afecta al sector empresarial que ve reducido su mercado de consumo, vale decir que cuanto menos gana un trabajador, consume menos y este último problema afecta al sector empresarial. Así, en general, no sólo se ve perjudicado el sector consumidor sino en especial el sector productor, por lo que se concluye que el asunto que mencionamos es un caso integral que bien requiere de alta eficiencia y responsabilidad de parte de los responsables del manejo de las riendas del Estado.
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