El drama de la Jindal, del hierro y de las esperanzas

Cuando el Presidente firmó el decreto aceptando los contratos con la Jindal Steel & Power Limited para la explotación del hierro del Mutún, se terminó una espera de muchos años, de décadas en las que se tenía la certeza de que llegaría el día en que el Mutún tendría un final feliz; desde entonces, se anunció la adopción de medidas y se aseguró la entrega de millones de metros cúbicos de gas; se “aceleró” la asignación de las áreas que serían de explotación y, además, servirían para levantar las obras de infraestructura; fueron hechas promesas que, al final, no llegaron a concretarse.

Hace poco, el Gobierno decidió que “la Jindal no va más” y aunque se cobró una boleta de garantía y se lograron acuerdos y promesas con la empresa hindú, parece que persisten los caprichos para que sean cambiados los concesionarios o, en última instancia, el Mutún pase a la Compañía de Hierro que maneja COMIBOL. Lo cierto es que la situación es incierta y nadie sabe a qué atenerse.

El Mutún, la gran reserva de hierro del país, espera muchos años a que su explotación sea realidad; hace varias décadas se licitó y hubo propuestas interesantes que, en su momento, merecieron la aprobación de entendidos que mostraron la posibilidad de convertirnos, en corto tiempo, en exportadores del mineral con valor agregado.

Por supuesto, todo se supeditó a que se haga realidad la provisión oportuna de gas para las fundiciones; pero en el ínterin, se salvarían muchos de los problemas de infraestructura que había que encarar con eficiencia, rapidez y responsabilidad de modo que, una vez salvado el caso de la energía, se pueda contar con la infraestructura ya construida y delimitados los límites en lo que corresponde a las partes que destinaría el Gobierno para una explotación del hierro a cargo de otra empresa que haya intervenido en las licitaciones o, en caso contrario, sea COMIBOL la encargada de iniciar los trabajos.

Son muchas las esperas de la empresa hindú para que el Gobierno cumpla con las partes del contrato; una larga espera de más de tres años para que le fije las áreas de acceso para explotar el mineral que no puede quedar como materia prima sino convertirse en fierro con el valor agregado que corresponda. Esta es la razón por la que se licitó el Mutún y no se puede retroceder ahora “porque no hay gas por fallas en los cálculos sobre reservas y, seguramente, porque no habrá para el consumo interno cual señalaban los planes originales”.

Vivimos realidades extrañas y se está con el peligro de que la Empresa Jindal Steel Bolivia sea expulsada o, simplemente, abandone toda operación y esperanza de cumplir con los contratos tanto por los perjuicios sufridos por la no fijación oportuna de las áreas para infraestructura y para explotación, luego, porque no hay gas ni ofertas serias y responsables del Gobierno para las provisiones oportunas.

Esta situación muestra, aunque de paso, que la Empresa del Mutún tampoco puede realizar operaciones de ninguna clase. Una vez más, se consolida el hecho de seguir importando hierro y sólo exportando cantidades ínfimas de mineral de hierro que retorna convertido en fierro. Nuestra dependencia en este campo se ampliará aún por mucho tiempo, no por incumplimiento de contratistas sino de las autoridades que no dan curso a los contratos y tampoco demuestran contar con políticas claras en relación con la explotación del Mutún, que otra vez quedaría para las “calendas griegas”, repitiendo descuidos del pasado.