Debemos tender a humanizar la política

El Libertador Simón Bolívar y el Mariscal Andrés Santa Cruz, venezolano y boliviano respectivamente, quienes contribuyeron con su talento militar, inquietud patriótica y creatividad a la fundación y consolidación de la República, fueron víctimas de la calumnia, inquina, el revanchismo y la ingratitud más inconcebible.

Quienes gozaban de libertad, gracias al esfuerzo y sacrificio del Libertador, asumieron una actitud desleal al proponer su expulsión del territorio de Colombia y además exigieron que sea declarado fuera de la ley por una supuesta traición a la Patria.

“Estoy cansado y fastidiado de calumnias”, dijo el Libertador Bolívar. “He deseado, agregó, irme de Colombia. Vivo renegado, perseguido y robado por los mismos a quienes he consagrado veinte años de sacrificios y peligros. Hemos luchado veinte años haciéndonos cada vez más desgraciados. Yo me iré del país sin llevar un peso con que vivir, pero prefiero pedir limosna en país extraño, a ser espectador de tantos horrores como nos espera”.

Similar suerte ha corrido el Mariscal Santa Cruz y por consiguiente sus gratuitos detractores se empeñaron en descalificarlo tildándole de “insigne traidor a la Patria” y otros epítetos. Y le pusieron fuera de la ley y fuera de nuestras fronteras.

“Al separarme de la América por un acuerdo de tres gobiernos que consideran en riesgo de su seguridad - afirmó el Mariscal Santa Cruz, en un mensaje de despedida, desde Valparaíso (1846) -, debo manifestaros, por despedida, los sentimientos inalterables de mi corazón. Largo tiempo han estado a discreción de la calumnia, arma de mis perseguidores, así como mi persona y familia y todo cuanto poseíamos en la tierra, proscritos y confiscados, sufriendo el peso de una persecución sin ejemplo en nuestros anales, sin que me hubiera sido permitido, ni aun posible, el defenderme”.

El único gobernante que hizo de Bolivia una potencia económica y militar fue él, mestizo de profunda convicción patriótica, que se condujo en las altas esferas de la administración pública, con sabiduría y una visión integracionista de los pueblos hermanados por la historia y la cultura, pero fraccionados por diversos motivos, en el Cono Sur.

Sólo un genio militar de la talla del Mariscal Santa Cruz pudo lograr el potenciamiento nacional, hecho que despertó la suspicacia de los países vecinos, entre ellos Chile, particularmente.

La política, que conlleva, de una u otra manera, intereses creados, ha inspirado, con dureza, el signo fatídico de la persecución, descalificación y ostracismo, por una actitud en contra de la dignidad humana. “El exilio, digamos parafraseando a Ovidio, es el peor de los tormentos que pueden ser impuestos a un hombre”. Ese endurecimiento de corazón hizo que “el hombre sea el lobo del propio hombre”, el depredador de su especie, en dictadura y democracia. Resabios de estas prácticas parece que estuvieran vigentes en razón a que en la historia patria se han repetido, en muchas ocasiones, para desgracia y vergüenza nuestra.

En suma: los bolivianos, tomando muy en cuenta lo sucedido con el Libertador Bolívar y el Mariscal Santa Cruz, debemos humanizar la política, a fin de que las nuevas generaciones tengan una nueva percepción de ella, tan devaluada ahora.