Sugerencias empresariales para mejorar la industria

Numerosas encuestas a nivel internacional y nacional revelan con claridad el atraso en que se encuentran la economía y el desarrollo de las fuerzas productivas del país, sin que se vislumbre, además, una salida de ese estado de cosas para ingresar en una etapa progresista. Los datos estadísticos son realmente alarmantes y reflejan, en realidad, las causas de la crisis social que enfrenta nuestra sociedad. Vale decir que entre esas causas se encuentran huelgas, paros, marchas, bloqueos y otros problemas que a diario sacuden los cimientos del Gobierno actual.

En primer lugar se destaca el ínfimo nivel de competitividad industrial de Bolivia en relación con otros países latinoamericanos, el mismo que es cada vez más negativo, con la perspectiva de continuar descendiendo por carencia casi total de factores que permitan salir de ese estado de decadencia.

Al respecto, en un informe reciente la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial calificó el asunto de la competitividad de la industria boliviana con uno de los puntos más bajos del “ranking” a nivel latinoamericano. En efecto, entre todos los países, Bolivia tiene sólo tres de cada mil dólares en bienes manufacturados y produce cinco de cada mil dólares en bienes industriales en la región, indicadores que son verdaderamente preocupantes para cualquier estudioso de la realidad boliviana.

Según esa calificación de la ONUDI, Bolivia ocupa el puesto 107 en el ranking mundial de competitividad y el penúltimo lugar en el ámbito latinoamericano, con una calificación de 0,073 puntos, lo cual explica el grado de subdesarrollo de nuestra economía y la carencia de políticas que tiendan a salir de ese estado de crisis que ha adquirido niveles poco menos que alarmantes.

La información de ese bajísimo nivel de competitividad de la industria boliviana no debe limitarse, sin embargo, a ofrecer los datos concretos, sino tiene que ampliarse para buscar las causas que determinan esa situación. En realidad, finalmente, todos están de acuerdo en cuanto a los efectos de la crisis, pero no en lo que se refiere a las causas del problema.

En todo caso, la Cámara Nacional de Industrias, al confirmar dichos datos sobre la bajísima competitividad de la industria boliviana, ha hecho conocer su preocupación y destaca que ese agudo problema se debe a que no fueron creadas las condiciones estructurales e institucionales para el despegue, motivo por el cual resulta imprescindible que el partido de gobierno, que tiene en sus manos las riendas del Estado, adopte medidas adecuadas para eliminar el mal.

En efecto, ha señalado en forma específica que el Gobierno debe aprobar una política de industrialización que impulse la inversión, promueva el crecimiento económico e incentive la generación de empleo, además de crear las condiciones para elevar el nivel de las fuerzas productivas que tienen tendencia a la baja y a no permitir la creación de formas y modos de producción modernos.

Al respecto, es preciso recordar que desde el siglo pasado y más desde principios del presente, se insiste en que el Gobierno atienda siete políticas para mejorar la competitividad industrial, que son las siguientes: a) impulso a las inversiones, b) estabilidad económica y jurídica, c) desarrollo del mercado interno y externo, d) seguridad energética, e) financiamiento a la producción, f) incremento y mejora de la infraestructura productiva y g) desarrollo tecnológico.

Una empresaria destacó en ese sentido que “lamentablemente en Bolivia no existen políticas de protección, de incentivo a las iniciativas de pequeños, medianos y grandes empresarios”, donde precisamente estarían las causas para el referido ínfimo nivel de la competitividad industrial que reina en Bolivia.