Contra todos los pronósticos emitidos por autoridades del Gobierno, el costo de vida en los primeros meses del año que transcurre ha tenido incrementos notables que originan una espiral de dificultades en toda la población, pero en especial en los sectores de trabajadores que están sometidos a sueldos y salarios fijos y que no tienen la perspectiva de subir, pese a las presiones que realizan por medio de huelgas, paros y toda clase de manifestaciones públicas.
En particular han subido más de precio los alimentos, pero también la vestimenta y el transporte, lo que sumado significa incrementos que ya no puede soportar la población, que se ve obligada a recurrir a medidas de austeridad que afectan su salud y estabilidad.
Según datos del INE los precios de los alimentos registraron las más notables variaciones hacia el alza, de tal forma que, por ese motivo, los sueldos y los salarios ya son utilizados en gran porcentaje sólo para la alimentación, mientras se paraliza la atención de otras necesidades. En efecto, los alimentos han subido de precio hasta el cien por ciento en casi todos los renglones y si por un lado algunos de ellos se mantienen en niveles anteriores, se debe a que su calidad y peso se redujeron ostensiblemente, como sucede con el pan (que probablemente tenga un aumento de precio próximamente).
Esa tendencia sostenida hacia la subida de los precios de los alimentos no tiene perspectivas de detenerse ni frenarse, por lo cual se pronostica que en los siguientes meses, el costo de vida de la población será todavía más contundente, creando, por lo demás, problemas políticos difíciles de prever.
En cuanto a las causas de este flagelo para la población, se debe señalar, en primer lugar, la caída de la producción interna de alimentos, debido a la decadencia de la agricultura, así como a factores climáticos, los que, juntos, han determinado la crisis que sufre el pueblo. En ese sentido, la caída de la oferta de productos agrícolas ha provocado en forma automática la insatisfacción de la demanda y, por tanto, la automática elevación de los precios.
Tan ostensible es esa situación que el Gobierno se ha visto obligado a hacer grandes importaciones de algunos productos, única forma de mantener alguna estabilidad en la oferta de los mercados y controlar en esa forma el hambre del pueblo. Al respecto está confirmado por medios oficiales que las importaciones de alimentos siguieron subiendo este año y que esa tendencia continuará hasta niveles que podrían llegar a duplicarse hasta fin de año y llegar a los mil millones de dólares.
Otros factores también aseguran que los precios de la canasta familiar tendrán nuevas alzas. Entre esos factores están los externos y uno de ellos es la elevación de las tarifas en puertos chilenos, como Arica y Antofagasta, por donde pasa gran parte de la carga de productos para Bolivia. En efecto, la Cámara de Exportadores informó del incremento de los costos de importación, vía puertos chilenos, debido a efectos de incremento en las tarifas de carga. La subida de esos precios será cargada directamente a los consumidores bolivianos y beneficiará a la economía chilena, en la misma forma que inciden los gastos de almacenaje, pago de mano de obra, impuestos locales y otras numerosas gabelas que finalmente sólo enriquecen y dan vida a los pueblos del norte chileno.
Para completar el problema inmediato del alza de precios se anuncia para próximos días el alza del precio del transporte urbano e internacional que, por un lado, precipitarán un alza general de precios y, por otro, aumentarán aún más las posibilidades de la subida del costo de vida, aspectos que en su conjunto determinarán días tempestuosos.
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