Alfredo Calizaya Jiménez
La historia nos recuerda que en Inglaterra se inició la época de la industrialización, luego le siguieron Holanda, Alemania y demás países, llegando a EEUU; esto sucedió en los siglos XVI y XVII. En el inicio y desarrollo de esta era se consideraba y denominaba a todo lo que nos proveía la naturaleza como Recursos Naturales; a los bienes y dinero que se disponía Recursos Financieros y a las personas o seres humanos que cooperaban en la transformación de éstos, Recursos Naturales. Es decir que a los que ayudaban en los trabajos de transformación o en la conversión de las materias primas se los denominó Recursos Humanos.
En esta época de la humanidad y en las economías de las naciones el ser humano era un factor más que se podía conseguir sin esfuerzo y que no era tan determinante como los otros recursos, debido a que se podía cambiar con otros seres humanos que se encontraban disponibles y en abundancia. Ciertamente, también en la actualidad existe mano de obra calificada y no calificada en abundancia, que ha generado el desempleo. Pero es necesario recordar que sin el hombre nada es importante en este mundo, todo se hace o no se hace por y para beneficio del hombre.
¿Se imaginan a este mundo o planeta tierra sin el hombre? Por lo tanto los seres humanos somos determinantes, sin nosotros sería un planeta más en la inmensidad del universo. Afortunadamente esta forma de ver al hombre en las economías modernas o contemporáneas se ha ido modificando o alterando de manera gradual. Ahora, no obstante que la tecnología ha ido suplantando a los seres humanos, se ha iniciado una etapa de valoración de los seres humanos. Es así que los dueños de las empresas, de las industrias, los capitalistas han comenzado por valorar al elemento más importante de toda empresa, reconociendo que sin la participación del ser, el hombre, no existe empresa PÚBLICA o PRIVADA, de producción de bienes o servicios.
Por esta fundamental razón y otras más, el ser humano ha comenzado por valorar al ser humano y desde finales del Siglo XX ha empezado por reconocer el talento de los seres humanos, sin el cual no existe actividad que pueda ser importante para el hombre. Lamentablemente, en nuestro medio, en nuestra realidad, aún existen personas, autoridades de todo nivel, pública o privada, instituciones, asociaciones, universidades, catedráticos universitarios, consultoras nacionales e internacionales, etc., etc., que se HAN QUEDADO en el Siglo XX, porque siguen con su practica de: “Se requiere Recursos Humanos”, “Buscamos Recursos Humanos”, “Gerencia de Recursos Humanos”, “Director de Recursos Humanos”, “Consultores especializados en Recursos Humanos”, “Unidad de Recursos”.
También se ofrece: “Conferencias sobre Recursos Humanos”, “Cursos sobre Recursos Humanos”, en las Universidades hay materias como: “Administración de Recursos Humanos”; mostrando que no existe la valoración al ser humano. El tiempo está pasando, y muchos vivimos en el Siglo XXI con un concepto y valoración que siempre se debía haber dado: el talento humano, una nueva manera de expresar y reconocer al ser humano. Para muchos ya no es novedad, este mensaje lo expresó el Sr. Idalberto Chiavenato en su libro: “Gestión del talento humano”, cuya primera edición fue en 2003 (ediciones McGraw-Hill, Interamericana S.A., Bogotá, Colombia. Traducido de la primera edición del portugués “Gestao de Pessoas”).
Naturalmente que nadie está obligado a pensar y valorar a las personas como aquí me permito sugerir, este mensaje va dirigido a quienes hasta ahora han visto al obrero, empleado, capataz, al superintendente, al ayudante, al colaborador, como un simple factor más de producción, denominándoles “Recursos Humanos”. Siempre existe un momento, aunque sea muy esforzado, para cambiar de manera justa y con un razonamiento más correcto para tratar a los seres humanos como fundamentalmente somos: talento humano, lo principal y esencia de este mundo. Evitemos las formas despectivas y evitemos disminuir al ser humano.
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