En momentos de caos y donde el libertinaje intenta llegar a extremos, son normales los problemas sociales porque cada quien piensa que las autoridades, ante el avasallamiento de dificultades, encontrarán como sea los remedios y, así, circunstancialmente, se remediaría situaciones difíciles, sin tomar en cuenta que lo provisional siempre es semillero de nuevos problemas para el futuro. Esto es lo que la COB, a través de los años, aprovechó para presentar su “pliego petitorio”.
Las exigencias de la Central Obrera Boliviana siempre han sido de magnitud como para llegar, luego de arduas discusiones, a situaciones en las que, de todos modos, logra lo que buscaba: siquiera en parte la imposición de sus exigencias porque las autoridades se ven obligadas a ceder cuanto puedan. Esta forma de actuar no está encuadrada en principios de equidad y respeto, porque el ultimátum, las amenazas con paros, huelgas, manifestaciones y hasta “últimas consecuencias” (sin que jamás lleguen) son extremos que sólo crean más dificultades y, además, dan lugar a que la colectividad viva momentos de zozobra, carencia de artículos de primera necesidad por la convulsión que se produce en los mercados de abasto, los servicios públicos -de automotores especialmente- se ven constreñidos y todo queda pendiente de lo que pudiese ocurrir.
La COB presentó su pliego en días pasados y, por supuesto, acompañado de condiciones y términos que el Gobierno tendría que cumplir. Pedidos que, racionalmente, no pueden ser atendibles o, de serlo, agravarían la situación de crisis en que se vive. El Gobierno, por tener los poderes del Estado, no puede ni debe utilizar todo para dar todo sino actuar con la racionalidad y prudencia que aconsejan normas elementales de buena administración y con miras a evitar males mayores al país.
Por simple sentido de prudencia y compatibilizando la realidad, ¿ha examinado la COB lo que pide? ¿Considera factible el que el Gobierno ceda a todo sin poner en peligro al país? ¿Cree que los problemas sociales y económicos tendrán fácil solución tan sólo porque el régimen “revolucionario” en que se dice vivimos, ceda en todo? ¿O tal vez se cree que los pedidos excesivos nos hacen un país de izquierda, contrario al capitalismo? ¿Han pensado los dirigentes que el Gobierno y todo el Estado y todas las entidades (entre ellas la COB) estamos en la órbita del capitalismo? ¿Creen, tal vez, que protestando contra las “derechas” automáticamente seremos de izquierda?
Hay, pues, extrañas posiciones que los dirigentes cobistas no han sopesado y, con tal de aparentar popularidad ante “las masas” no vacilan en exigir lo que, sana y responsablemente, no sería posible otorgar. Y no es que se defienda al régimen sino que es preciso colocarse en la realidad: vivimos en crisis permanente, subvencionados peligrosamente en todo sentido; atenidos a donativos y comprensión internacional; no hay producción ni inversiones; el Gobierno, extrañamente, no aprueba un régimen jurídico que garantice las inversiones extranjeras y nacionales y tampoco da pasos para garantizar un trabajo productivo y menos aplica políticas que determinen ingresar en un campo de realizaciones; en definitiva, estamos a la deriva; pero de ahí a ponerlo “contra la pared”, para que ceda en todo, no es racional ni responsable. Es tiempo para que las organizaciones sociales y otras de cualquier tipo ingresen en campos de la práctica de libertad y no confundirlas con libertinajes; es hora de suprimir la anarquía y no confundirla con democracia.
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