Julio Vera S.
El presidente venezolano Hugo Chávez, que durante su gobierno demostró ante los latinoamericanos y la opinión pública mundial bastante soberbia y tiranía, en las últimas semanas nos ha sorprendido al contemplar en él una evolución cristiana, piadosa y arrepentimiento ante Dios, Nuestro Señor. Hugo Chávez de repente ha vuelto a ser mortal. Se muestra como un hombre que añora la compañía de su familia y que siente temor de Dios ante la inminencia de la muerte tras ser diagnosticado de cáncer en junio del 2011.
Diez meses después de haber comenzado un ciclo de cirugías, quimioterapias, radioterapias para curar una enfermedad sobre la cual no ha querido aportar detalles clínicos, el jueves santo pasado el presidente venezolano ha pedido ante Cristo, Nuestro Señor, entre lágrimas y ante las cámaras de televisión: “Dios, no me lleves todavía”.
Después de su retorno de Cuba, según las informaciones de la prensa internacional viajó a su estado natal Barinas, donde viven sus padres y gobiernan sus hermanos. Su familia preparó una misa para recibirlo, en la que el propio Chávez había pedido a Cristo: “Señor, dame vida, aunque sea vida llameante, vida dolorosa, no me importa. Dame vida porque todavía me quedan cosas que hacer por este pueblo y por esta patria. No me lleves todavía, dame tu cruz, dame tus espinas, dame tu sangre, que yo estoy para llevarlas, pero con vida”, lo que es significante para los creyentes. Son palabras enternecedoras de un cristiano confeso.
En primera fila del oficio, su madre doña Elena se enjuagaba las lágrimas con un pañuelo blanco y sus hermanos Adán y Aníbal (nombres bíblicos) hacían esfuerzos por no llorar. Esta es la parte dramática del acercamiento de Chávez a Dios, Nuestro Señor.
Sin embargo no faltan los opositores como el escritor Claudio Ferrufino Coqueugniot, que en su artículo titulado “El Cristero”, publicado en la edición de “El Día” (10 de abril) escribe sus críticas, tratándolo despectivamente de bufón, payaso de circo y otros adjetivos. También se refiere despectivamente al difunto guerrillero Che Guevara y las elucubraciones de la patria socialista y bolivariana de Chávez. El extenso artículo también se refiere al torrente de lágrimas como cascadas del venezolano pidiendo al Cristo Redentor que le alargue la vida
Los bolivianos nos preocupamos porque el presidente Evo cada día se acerca más a la Pachamama y al diablo o demonio como lo denominan los folkloristas. Los bolivianos muchas veces nos sorprendemos con los discursos mensajes de nuestro mandatario, que se deslumbra con discursos revolucionarios, combinados a veces con mensajes jocosos que están sintetizados en abundancia en el librito de bolsillo tìtulado “Evadas”, donde están incluidos los discursos que mencionan a la Coca Cola como bebida desintoxicante, el consumo de pollo como causa de homosexualidad, y la última de las coplas carnavaleras donde menciona a “los quitacalzones whipaleras”.
Suponemos que algunas de las declaraciones del Presidente, que le ocasionan sinsabores y críticas por los medios, son elaboradas por sus malos asesores que están continuamente enlodando su imagen y también deberían ser los responsables.
Con el tiempo ojalá que el Presidente se acerque más a Dios, siguiendo el ejemplo de su consejero Chávez y también siga el ejemplo del vicepresidente Álvaro García, que planea casarse con una distinguida dama del ámbito de la comunicación y así todos estemos más cerca de Dios y nos alejemos del diablo y el infierno.
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