OPINIÓN
Fue una mañana sensacional la que viví en esta trigésima novena versión de la prueba pedestre del EL DIARIO; trataré de contársela en este relato. Uno generalmente es testigo de este tipo de eventos de manera superficial, ya sea en las habituales coberturas periodísticas donde uno intuye el gran trabajo realizado o como televidente o radioescucha cuando desde nuestras casas seguimos las alternativas de la carrera.
En esta ocasión la viví desde adentro, participé de la mayoría de las reuniones previas al día esperado, en este tipo de reuniones me daba la impresión que se teorizaba mucho y se manejaban una serie de hipótesis con tantos detalles por coordinar, lo que nunca me di cuenta fue de que el nuevo era yo, que el que recién ingresaba en la casa era yo, que el único que tenía la impresión de que se teorizaba mucho era yo y que mis compañeros tenían sobre sus espaldas mínimo cinco o diez pruebas siendo parte de la organización, es decir todos, absolutamente todos, son duchos y expertos en el tema.
Como cual ejército de hormiguitas en una ciudad que todavía no despertaba en un domingo 22, comenzaron a llegar a la Loayza 118 tipo 5:30 hrs. de la mañana. Todos sabían exactamente lo que tenían que hacer, la coordinación con la Policía Nacional, Transito, Cruz, Roja, Bomberos, grupos de salvataje, sponsors, Ejército Boliviano, Radio Exito, Católica TV, Guardia Municipal , Alcaldía ya se había efectuado y en la medida que avanzaban los minutos se iban plegando como perfectos engranajes de una máquina muy bien aceitada.
Para que ustedes, en casa o en el trabajo, tengan una somera idea sobre la organización, les pido por favor imaginen lo que es coordinar el tema de la hidratación de los participantes, el repartir las bolsas de agua, tarea a priori simple, pero esto se complica de sobremanera cuando los corredores superan los 29.000
Hasta el momento solo les comenté algunos detalles de la prueba en sí. Paralelamente a la carrera, se tuvo que armar escenario, convocar grupos, tener sonido, premios que superaron los 50.000 dólares, para un show ya característico luego de la prueba “bolivianos de corazón” donde aparte se convoca gratuitamente a 9.000 personas para disfrutar lo mejor de la cartelera musical en diferentes géneros, lo cual deja sin posibilidad de descanso alguno a nadie de la organización hasta las seis de la tarde, cumpliendo 12 horas o más de esfuerzo continuo. La plana ejecutiva en pleno estuvo desde el principio hasta el final, sabedores que con ejemplo se predica.
No hay forma de no sorprenderse y admirar esa marea humana que ansiosamente espera el momento de la largada, no hay forma de no sorprenderse por el esfuerzo demostrado, no hay forma de no sorprenderse por el cariño y la gran responsabilidad que significa llevar adelante la prueba más antigua e importante de Bolivia.
Sirva este pequeño comentario como homenaje a todos quienes se inscribieron y participaron y a mis compañeros que como siempre entregaron todo.
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