Una vez más, Bolivia no ha hecho oír su demanda de salida al mar en la reciente Cumbre de las Américas. A propios y extraños causó sorpresa que hayan sido planteados problemas de otros países y no el que interesa a los bolivianos. Es lamentable que la Comisión marítima no haya brinda un asesoramiento sobre el asunto.
En la citada reunión Argentina presentó su reclamo por la soberanía de las islas Malvinas, con apoyo boliviano. Se habló del bloqueo a Cuba y de la ausencia de su representación en la Cumbre, siendo también Bolivia su interlocutor. Que haya sido ignorada nuestra demanda marítima lastima el sentimiento de los bolivianos.
Es cierto que debe haber solidaridad entre pueblos hermanos, pero también son muy importantes los intereses del país, que debe reiterar ante el mundo su reclamo por un injusto enclaustramiento y la reciente Cumbre de las Américas ha sido una ocasión desperdiciada para tal cometido.
Según la historia diplomática nacional, en 1967 el presidente boliviano, general René Barrientos Ortuño, emitió un discurso en Punta del Este, Uruguay, con motivo de una reunión de presidentes latinoamericanos. Previamente, el Gral. Barrientos dijo que no asistiría a esa reunión si no se consignaba en la agenda el tema de la reintegración marítima de Bolivia.
Ante este anuncio, el Gobierno chileno hizo las acostumbradas maniobras diplomáticas para hacer fracasar el intento boliviano. Finalmente Chile logró que no fuera parte de la agenda de la reunión el tema marítimo, por lo cual el presidente Barrientos no fue a Punta del Este.
El 9 de diciembre de 1975, con motivo de la celebración del Sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho, se realizó en Lima la reunión de presidentes de Perú, Bolivia, Panamá y Venezuela, enviando representantes personales los presidentes de Chile, Colombia, Argentina y Ecuador. Todos ellos suscribieron la Declaración de Ayacucho, que manifestaba que los países amigos de Bolivia presentes expresaban su amplia comprensión de la situación de encierro de Bolivia, por lo que se debía ir a una política de entendimiento constructivo.
Naturalmente, esto provocó alegría en el país, más si suscribía tal declaración el Canciller chileno, lo que daba la impresión de que por fin habría arreglo para el problema marítimo. Pero, lastimosamente, en Santiago se dijo que el apoyo del Canciller chileno no significaba compromiso de reintegro marítimo a Bolivia.
Estos datos históricos nos hacen ver que Bolivia constantemente hacía escuchar su voz para salir al mar, en cualquier reunión internacional, por lo que ahora la opinión pública no se explica por qué no se aprovechó la oportunidad que representaba la mencionada Cumbre. El Gobierno y la Cancillería deberían dar las explicaciones correspondientes al pueblo, que siempre está pendiente de todo lo que significa el retorno al mar.
El autor es ex docente de la UMSA.
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