Segunda parte
ENTRE MADRES Y PADRES DE FAMILIA
MADRE 1.- Yo no voy a permitir de ninguna manera que le estén hablando sonseras a mi querida hijita sobre ese lenguaje “sexi”.
MADRE 2.- De igual manera pienso yo, eso del vocabulario sexista no es adecuado para mi hijo ya que él es varoncito y creo que más tonterías pueden cometer si hablan en el tal “lenguaje sexista” que les están enseñando.
PADRE.- No, discúlpenme ustedes seño-ras, están equivocadas. Yo he entendido que cuando se refieren al lenguaje sexista se refieren a las expresiones machistas…
MADRE 1.- Por eso mismo pues, usted lo ha dicho.
MADRE 2.- Ya ve, por eso pues nos oponemos a que les hablen en el colegio sobre “sexistas”, o sexo, o lo que sea.
PADRE.- Pero, es que usted me ha cortado la palabra, yo quería decirles que el lenguaje “sexista” se refiere a que éste da total preferencia a los varones, y eso no puede ser…
MADRE 1.- ¡Ah! Bueno, si de eso se trata le podría nomás dejar que participe a mi hijita en esas charlas en el colegio.
MADRE 2.- Yo también, aunque siempre teniendo cuidado, pues hasta ahorita ni yo he entendido muy bien.
PADRE.- En cambio, mi hija hace rato que está participando, y a mí me parece bien puesto que estamos en pleno siglo XXI y es pues necesario de una buena vez que se imponga la equidad de género, la igualdad, el respeto y la consideración hacia el denominado “sexo débil”.
MADRE 1.- Si es así como usted trata de explicar estaría de acuerdo, pero si son otras tonteras me voy a oponer rotundamente.
MADRE 2.- Igualito que usted pienso y todo con la finalidad de precautelar siempre a nuestros hijos, sino por dónde pues se desviarían si no fuéramos los “padres” de familia los que velan por ellos.
ENTRE PROFESORAS Y PROFESORES
PROFESOR.- El más “venerable” maestro del colegio creo que les está hablando de tonterías a los alumnos.
PROFESORA 1.- ¿Y por qué dices eso?
PROFESOR.- Porque le escuché decir por ejemplo que “ya no se debe decir los profesores, sino las profesoras y los pro-fesores”.
PROFESORA 2.- Pero, eso qué cambia o ¿en qué radica la diferencia? No estoy comprendiendo bien.
PROFESOR.- Radica pues en que el más “venerable” ya está muy “kaivo” (viejo) y consecuentemente ya no “hilvana” bien sus ideas y le anda “fallando” todo. Parece que las ideas le patinan.
PROFESORA 1.- ¡Tampoco es para que te hagas la burla! Por el contrario creo que tiene asidero lo que ha dicho el “venerable” como lo llamas tú, y más bien quiero decirles, en mi criterio, que la dife-rencia justamente radica en que al mencionar “las profesoras y los profesores” denota igualdad de género, se le da su lugar al sexo femenino como correponde, vale decir a nosotras que casi siempre hemos estado relegadas, y prueba clara lo de este momento.
PROFESORA 2.- Ah ¿y de eso se trata?
PROFESORA 1.- Cómo que “ah”, por el contrario, ¡claro que sí!, porque generalmente al hablar se puede decir que casi siempre nos omiten, nos relegan, nos “bajonean” (desanimar o desalentar) y hasta nos menosprecian los hombres.
PROFESOR.- Eh, bueno, mejor de eso ni me hablen, yo siempre he sido y soy muy respetuoso y caballeroso con las mujeres, sobre todo con ustedes.
PROFESORA 1.- No solamente se trata de eso, sino de dejar de lado de una buena vez por todas el lenguaje sexista ¿o vos qué dices hermana?
PROFESORA 2.- Si tú lo dices, así será hermanita, o mejor dicho así tiene que ser, ya que bien “macha” siempre eres tú. Así que ¡a temblar hombres!
PROFESOR.- Huy, qué miedo. Caray che no lleven pues a extremos las cosas, si todo se trata de algo tan simple y sencillo. Total, mis mayores respetos y consideraciones para ustedes mis reinitas, mamitas, a sus pies un fiel y devoto servidor.
PROFESORA 2.- Más te vale, más te vale distinguido esclavo.
Continuará...
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