El alcoholismo y la ley

Antonio Candia H.

El alcoholismo es una de las lacras que va socavando las fibras más íntimas de las sociedades. Actualmente el consumo del alcohol está afectando a gran parte de la población, y se va arraigando en la juventud y niños en edad escolar y colegiales, sin distinción de sexo. Un estudio realizado por el Sistema Subregional de Información sobre consumo de drogas y alcohol, en seis países de Latinoamérica: Bolivia, Argentina, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay, devela que casi el 50% de los bolivianos sufre problemas de alcoholismo; además índica que, entre esos países, Bolivia ocupa el primer lugar en el consumo.

Esta situación, por demás preocupante para la sociedad boliviana, debe poner a nuestros gobernantes en ¡alerta roja! El estudio indica también que, entre estos países, desde niños de 15 años a jóvenes de 19 años consumen alcohol. Eso significa que escolares y colegiales están empezando a ingerir bebidas alcohólicas, acentuándose, aún más entre los estudiantes universitarios.

En Bolivia existen muchas tradiciones culturales, ancestrales y coloniales, en las que está muy arraigado el consumo de alcohol, en sus diversas modalidades. Y hasta se dice que el éxito de una fiesta está determinado por la cantidad de “cajas de cerveza” consumidas.

Nuestras ciudades se han tornado muy caóticas y hasta peligrosas por la existencia de inseguridad ciudadana, justamente por causa de las frecuentes fiestas callejeras y entradas folclóricas con excesivo consumo de alcohol. En la urbe paceña se realizan los 365 días del año “ensayos”, “entradas folclóricas” y otro tipo de celebraciones por aniversarios o fiestas patronales de una zona, donde se baila y danza con abundante consumo de bebidas alcohólicas. Hasta se dice que faltan los días del año para bailar, porque existen más de 700 entradas folclóricas en el año y en todas las zonas de la ciudad.

Un ejemplo es la famosa entrada de Gran Poder de la populosa zona de Chijini de la ciudad de La Paz, es la más grande, dura varios días y hasta semanas; comienza con la “verbena” de la noche de la víspera y continúa con la fastuosa “entrada folclórica” del día siguiente, que dura varios días o semanas de celebración en vías públicas. Allí se concentra una gran cantidad de danzarines con bandas de música que recorren las principales calles y avenidas de la ciudad, obstaculizando el paso de vehículos y peatones que van desesperados por llegar a tiempo a sus fuentes de trabajo.

Eso sucede cada año y en todos los barrios paceños que tienen festividades patronales o zonales. En esos lugares también se instalan las infaltables “carpas” improvisadas para expendio de bebidas alcohólicas en torno a las parroquias zonales, con estridentes sonidos de altoparlantes ensordecedores, que duran varias noches y días o en algunos casos semanas, siendo el ingrediente principal el rey licor. Muchas veces, estas fiestas traen graves consecuencias sociales porque se comete atracos, peleas callejeras y hasta crímenes.

A estos acontecimientos se suman las famosas “entradas universitarias”, donde se danza luciendo fabulosos atuendos y disfraces cuyo costo sobrepasa los 100 a 500 dólares americanos. Estas entradas van creciendo en cantidad de conjuntos, danzarines y bandas de música, año tras año, donde es infaltable el consumo de bebidas alcohólicas. Se dice que de esta manera se hace “cultura”, pero ¡qué manera de hacer cultura!, se diría.

Las universidades, que al pueblo boliviano le cuestan mucho dinero en la formación de profesionales, por el contrario, podrían ocuparse en investigaciones científicas, tecnológicas, literarias, musicales, deportivas o finalmente al fomento de la creación de fuentes de trabajo, lo que hace mucha falta en el país; porque las actividades folclóricas sólo sirven para fomentar ocio, vicio, alcoholismo, etc., y en muchos casos es causa de destrucción de hogares y familias bolivianas.

La Ley del alcoholismo debe recoger el sentimiento de muchos ciudadanos que pedimos la prohibición a la venta de bebidas alcohólicas en vías públicas, porque convierten a estos lugares en gigantescos “bares al aire libre”, “mingitorios” y producen mucha basura. Se debería tomar en cuenta que la fuente principal del alcoholismo es, precisamente, la venta de bebidas alcohólicas en vías públicas, en las “entradas folclóricas”.

Sin embargo, se sabe que existen ordenanzas municipales como la O.M. N3 363/2006, la O.M. IM5 233, etc. que prohíben la instalación de bares o negocios de expendio de bebidas alcohólicas a menores y a menos de dos cuadra a la redonda de los establecimientos educativos, hospitales, canchas deportivas etc., pero nadie hace cumplir dichas normas. Hoy muchos bares continúan funcionando libremente a menos de una cuadra de los establecimientos educativos, hospitales, universidades, hasta altas horas de la noche.

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