Una final de Champions (im)posible

Digo esto porque si la vemos mediante el aliado favorito de las estadísticas, muchos dirán que era muy probable que el Bayern llegue a la final porque fuera de ser un sólido equipo, “tenían” que jugar la final en casa. Otros dirán que la liga española es muy estricta y perjudicó las probabilidades de los dos gigantes. Quiero decir que la probabilidad no logra justificar cómo una final casi profetizada, donde se iban a enfrentar los dos mejores equipos del mundo, eternos rivales, queda rotunda y absolutamente frustrada por lo que yo llamo una final Posible.

El Barcelona llegaba golpeado, habíase roto un ciclo, un largo invicto en los 90’ sobre su ostentoso rival, resignado al mínimo sus probabilidades de retener su título de campeón de liga por cuarta vez consecutiva, ante el mismo Real Madrid.

No era hora de curar heridas, era momento de mostrar que, a pesar del tropiezo, Barcelona sigue siendo el mejor equipo del mundo, lo cual debía re-confirmarse ante un Chealsea que venía en desordenada escalada, inmerso todavía en un proceso de cambio de DT, en el cual había asumido transitoriamente DiMatteo, ante la mirada calculadora de Abramovich, que a su vez buscaba entre los mejores DT del mundo; todavía se rumorea que Chealsea podría ser perfecto para el retorno de ese emblema de la eficacia calculadora del fútbol, Mourinho.

Para el Bayern había llegado la hora de la verdad, debía enfrentar a un Real Madrid hinchado de pecho y pierna, orgulloso de haber herido al mayor verdugo de su monárquica historia, casi coronado campeón de liga, pero también sediento y desesperado, no ganaba nada importante en años fuera de una salvadora Copa del Rey que terminó debajo del bus que trasportaba al equipo en una inconforme histeria, donde se festejaba codiciando aquellas otras dos copas pendientes, que se rendirían al fin ante los Catalanes.

La historia ya la sabemos; dos equipos diezmados que vivieron cada uno su Heroica jugarán en Múnich por la Gloria.