El país se debate en un proceso demasiado lamentable, pero considero oportuno que pensemos en felicitar al Gobierno, porque ha ingresado en el libro Guinness, por ser uno de los pocos países que ha batido todos los records en cuanto a paros, huelgas y bloqueos. Véase que en los años de ejercicio del Estado ha habido como promedio más de 5 problemas diarios. Lo interesante de los mismos es que el propio Gobierno los crea y no puede darles solución. La salud es un caso sumamente delicado por las implicaciones sobre la población y la tozudez de los responsables, que ya no tienen argumentos y sólo se ajustan a un decreto absurdo que no debía haberse aprobado. Los ciudadanos conocen las grandes falencias de los hospitales y centros de salud, donde los medios, si los hay, son insuficientes para un trabajo por mayor tiempo. Aquí se debe tomar en cuenta algunos puntos muy importantes.
El Hospital Obrero fue inaugurado en 1954, cuando La Paz tenía una población de 300.000 habitantes; en 60 años la población se ha incrementado a 2.000.000 de habitantes, tomando en cuenta la ciudad de El Alto. Pero ¿cuántos hospitales se ha construido en los 60 años de crecimiento?, uno o dos que no tienen mucha capacidad, no se dispone de equipos modernos. En el Hospital General, según informes de los médicos y personal, existen equipos de hace 50 años, completamente obsoletos. Personalmente creo que no es solución incrementar horas de trabajo, lo primero es crear hospitales, centros de salud y dotar de fármacos necesarios para cubrir las necesidades de la población. Lo mismo sucede en los otros departamentos de Bolivia. Que no se culpe de los errores del propio Gobierno a los sectores laborales que producen.
Otro caso es el de los maestros, a quienes se quiere conquistar con darles computadoras, lo que debería ser una constante y no sólo cuando existen problemas. El hecho es que el salario es vital para la existencia de las familias y, además, los maestros son los responsables de la formación de las nuevas generaciones. El Gobierno no debe esperar a que surjan conflictos, por lo que cada año se debe hacer una comparación con cada uno de los sectores y en relación con los casos el incremento será satisfactorio para no crear problemas que dañan a los pueblos y, más aún, se transforma la imagen del país ante el consenso internacional.
Asimismo, los problemas de límites de las comunidades deberían ser solucionados en forma inmediata y no esperar a que estas comunidades se enfrenten con saldo de heridos y muertos por defender una pequeña porción de tierra de cultivo.
Por otra parte tenemos la cuestión del TIPNIS. Contrariamente a lo determinado mediante una ley, se la quiere borrar y dar curso a la solicitud del sector cocalero. En cuanto a la construcción de caminos, por falta de planificación tenemos que soportar bloqueos en las fronteras para impedir el paso de productos importados, especialmente de la caravana de cisternas que llevan diesel a las diferentes ciudades.
Podríamos decir que existe total falta de gobernabilidad y se la quiere solucionar con un gran despliegue de policías que, al final, nada pueden hacer porque son parte del problema y aprovecharán la situación para pedir mayor salario.
Sería oportuno preguntarnos quién gobierna, el primer mandatario o los movimientos sociales compuestos en un 80% por productores de coca. Veamos la realidad, en el país no hay progreso ni desarrollo ni fuentes de trabajo, pero sí existe discriminación, ya que no hay apertura para los miles de profesionales en todos los campos en los que se desenvuelve un Estado.
En resumidas cuentas, Bolivia no marcha, los problemas son permanentes y seguimos entre los últimos países de Latinoamérica, los de menor productividad.
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