La noticia de perfil
Cuando mi benefactora espiritual y financiera lee los periódicos del país para que su compadre pueda enterarse de lo que sucede en el mundo, suele equivocarse algunas veces y yo la corrijo con suavidad, porque sé que ella sólo estudió hasta el sexto de primaria en una escuela de Quillacollo.
La otra mañana se alegró al leer en un matutino: “El Gobierno aprobará un “excremento salarial para los trabajadores...”, interrumpiéndola para decirle: “no, comadrita, el periódico no dice “excremento salarial” sino “incremento salarial”, por lo cual ella se disculpó, aunque luego de enterarse del valor de ese proyectado aumento, persistió en su equivocación y dijo que ella seguía sosteniendo que eso no era incremento.
Admirando mi erudición, que sólo es obra de mis lecturas y de mi tarea cotidiana de escribir hace muchísimos años, desde el día aquel en el que alguien me enseñó que escribiera todos los días aunque sólo fuera media carilla, la cholita cochabambina lamentó no haber podido continuar con sus estudios porque a su tierna edad de trece años puso sus ojos en ella el señor Racacha, quien la enamoró perdidamente y un día le dijo: “conmigo llegarás a ser rica y respetada, porque yo te introduciré en la “escuela de la laif”.La tierna y verdadera historia de mi comadre Macacha me llevó a ponderar su sabiduría práctica que la condujo a ser hoy una chola respetable, cuya economía floreciente la convirtió en prestamista filántropa, capaz de ayudar económicamente a un periodista pobre como yo.
Reconociendo su natural inteligencia cochabambina, pregunté a mi pariente espiritual: “¿usted se alegra, comadrita, de no haber ingresado a la Universidad...? Su respuesta fue contundente: “no me alegra, y al contrario, lo lamento, porque la escuela de la laif no fue suficiente y me habría encantado ser licenciada, doctorada y masterada”.
Sus palabras me emocionaron, confesándole luego que sentí decepción y vergüenza cuando mis parientes en Europa me preguntaron si era verdad que nuestro presidente Evo había declarado públicamente que se alegraba por el hecho de no haber ingresado nunca en la Universidad.
Una cholita cochabambina, egresada de la escuela de la laif se había manifestado en contra del ufano Presidente de Bolivia, quien se alegró ante el mundo por no haber realizado estudios universitarios.
Para olvidar nuestras tristezas, Macacha me propuso viajar a Cochabamba, sede oficial de la escuela de la laif, que graduó con grandes honores a mi Transportadora Oficial, donde los niños y los jóvenes cochalas estudian en los parques y plazas durante sus tibias noches, bajo la luz del alumbrado público para luego ingresar a la Universidad de San Simón y otras estupendas universidades privadas.
Acepté su propuesta y hoy a mediodía estaremos comiendo en el Palacio del Sillpanchu, en compañía de mi amigo el pensador greco-cochabambino Aristóteles Giorgiadis Quiroga y otros pensadores que se alegran de haber estudiado en nuestras universidades.
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