La aprobación de la disposición legal y la fijación de un presupuesto para hacer realidad el proyecto azucarero de San Buenaventura, fue considerada como un paso positivo del Gobierno para hacer realidad un proyecto que data de varias décadas y que, por diferentes causas, no se concretó.
El Ingenio Azucarero de San Buenaventura, al margen de lograr la producción de azúcar, puede convertirse en un gran polo de desarrollo del norte del departamento de La Paz; sería, además, el principio para encarar la construcción de un camino carretero a Los Yungas, abandonando lo peligroso que es el actual y que arroja muchas víctimas fatales. Hacer de esta región un polo de desarrollo sería una especie de liberación económica no sólo para el departamento sino para el país porque implicaría que la diversificación económica incluiría, por diversas causas, el trabajo y producción del resto del país.
En días pasados, surgió en parte de la colectividad la idea de que el proyecto San Buenaventura no sería “más que un anuncio del Gobierno para aplacar los ánimos convulsionados por cuestiones económicas y sociales”. Por supuesto que, de principio, no cabe dar oídos a rumores o comentarios, pero el caso del ingenio, tantas veces prometido por varios gobiernos y luego abandonado, da lugar a susceptibilidades. Entre todo lo expresado, surge el caso del Ingenio de Bermejo que habría la pésima intención de cerrarlo, hecho que no debería ocurrir en modo alguno y que, dado el amplio mercado que hay para el azúcar en todo el mundo, cuanta más producción haya será mejor, porque San Buenaventura agrandaría nuestra capacidad de exportación.
El azúcar, edulcorante de múltiples beneficios, podría ser un rubro importante para la exportación no sólo como el producto original sino con el valor agregado que corresponda puesto que es amplia la industria que lo utiliza y que no debe desestimarse. Ante rumores o comentarios de diversa índole que se tejen en la colectividad, deberían las autoridades hacer lo desmentidos del caso; de lo contrario, todo queda flotando y adquiere una dimensión que daña la credibilidad nacional.
Bermejo, al igual que los demás ingenios azucareros, ha sido creado con las mejores perspectivas; se ha convertido en importante fuente de producción y empleo; ha permitido la diversificación económica y ha mostrado la urgencia de ingresar en los campos industriales para darle valor agregado al producto; pero, lamentablemente, problemas que siempre pueden solucionarse, obstaculizan las sanas intenciones y ello no deberían permitir ni las autoridades ni los sectores involucrados en el problema porque, de alguna manera, el mismo proyecto de San Buenaventura se vería afectado por la serie de suposiciones y criterios contrarios que surgirían no sólo en contra del ingenio de Bermejo sino del importante rubro del azúcar.
El Gobierno y las instituciones involucradas en ambos problemas -San Buenaventura y Bermejo- deberán aclarar situaciones y, si realmente hay problemas difíciles de solución, darlos a conocer y no tener pendiente a la colectividad sobre lo que podría ser este problema que añadido a los muchos que sufre el país, agravaría una crisis que no tiene razón de ser.
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