¿Experto en el tema marítimo?

Guido Llanos Bazualdo

Si hay algo común en el limitado ambiente intelectual de nuestro medio es la crítica mordaz y carente muchas veces de fundamento, sobre todo si de temas trascendentales se trata, como la demanda boliviana contra Chile en tribunales internacionales, la misma que por tratarse de una tarea delicada y compleja, debe asentarse en criterios de fondo y forma mesuradamente analizados, sobre todo desde el punto de vista técnico jurídico, a la luz de las normas del derecho internacional público.

Existen muy pocos temas entre los bolivianos –como en el caso marítimo-, que generan coincidencias y nos unen; sin embargo, resultan incomprensibles ciertos razonamientos reflejados por la prensa oral y escrita, en función a espacios brindados a algunas personas autodefinidas como expertas que, por el contrario, demuestran un trágico desconocimiento del área y materia. Y no es que sea malo que todos los bolivianos opinemos sobre la demanda boliviana y cómo encararla, lo triste es que se lo haga a partir de errores conceptuales y formales muy marcados.

Es dudosa la idoneidad de ciertos falsos expertos, como el caso del señor Víctor Hugo Chávez Serrano, que aparecen en los diferentes medios televisivos y prensa escrita, cuyas desafortunadas intervenciones más que un aporte como tal, le quitan seriedad a un tema muy importante, provocando una frustración en la población boliviana, para alegría de los chilenos, ¿o es acaso su propósito?, buscando desunirnos, en la causa principal por la que Bolivia entera debiera estar unida.

También es cierto que hay opiniones muy aquilatadas, valiosas, y serias desde el punto de vista analítico, como las de Rodolfo Becerra, Javier Murillo y Ramiro Prudencio, entre otros; las hay aquellas que, por el contrario, suenan destempladas, altisonantes y con pobre sustento, pues lejos de ser un aporte confunden a la opinión pública por adolecer de severas imprecisiones, con el añadido riesgo de pasar por verdaderas.

Presentar una demanda ante tribunales internacionales supone un ejercicio jurídico serio; no es lo mismo que hacerlo ante un juzgado ordinario de cualquier Corte de Distrito o presentar un memorial de apersonamiento ante la Fiscalía y/o cualquier cuestión de mero trámite (con otrosíes incluidos). Se trata de todo un procedimiento riguroso y serio en el que se debe estudiar y examinar con detenimiento todas las variables, factibles, racionales y posibles en las que la demanda boliviana debe compatibilizarse a través de revisión de tratados, jurisprudencia internacional, casos precedentes, estudios históricos, cotejo documental, revisión de convenciones y un largo etcétera que respalden y otorguen a la demanda sólidos fundamentos que permitan lograr los efectos deseados y alcanzar los objetivos buscados, producto de un largo y meditado diseño de la mejor opción a ser aplicada.

De ahí la importancia de contar con asesoramiento de expertos internacionales de reconocida trayectoria en los entreverados vericuetos de esos tribunales, aspecto que cualquier boliviano de bien y medianamente entendido vería con buenos ojos para seguir el camino correcto de nuestra demanda.

Así planteado el asunto, sobran y son estériles razonamientos básicos como las tradicionales prácticas del tinterillaje abogadil, tan propio de nuestro ambiente leguleyesco en los que la “chicana” y la tendencia argumentativa pseudo-jurídica no reflejan más que sensibles limitaciones y una supina ignorancia. Las cosas no funcionan de ese modo.

Se ha puesto muy de moda elucubrar y polemizar en relación con el tema marítimo con base en el sustento de una insólita “estrategia”, como el caso del referido falso experto Víctor Hugo Chávez Serrano, cuyo eje descansa en 5 puntos principales, los mismos que ya fueron objeto de contundentes objeciones (por entendidos, claro está), por carecer de rigor y se inviable desde la perspectiva jurídica – procedimental al tratarse simplemente de una pueril muestra de “viveza criolla”.

Es por ello que antes de referirse a un tema tan delicado como el marítimo, se requiere una revisión previa de principios y conceptos básicos sobre derecho internacional, para poder emitir opiniones con relativa propiedad, sobre todo en lo referente a la prelación de la ley supranacional sobre el derecho interno.

La diplomacia importa equilibrio, mesura, discreción y sindéresis, cualidades que son desconocidas por uno que otro ciudadano de no muy destacada trayectoria que con cierta regularidad expone sus entendidos puntos de vista en busca de reconocimiento a supuestos méritos mezclados con una inocultable frustración de deseos incumplidos, vistiéndose con un traje de docente diplomático que no le queda y se asemeja a un disfraz.

El autor es abogado e historiador.

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