La gran alegría en la eliminatoria de 1993
“Abrazados, se reían, lloraban, gritaban. Los jugadores y también la gente, en cada lugar dende había un boliviano”
Bailaban en el Monumental de Barcelona, en Guayaquil, Ecuador. Bailaban en cada ciudad, en cada pueblo. Bolivia al Mundial por tercera vez. Tercera, porque en las otras dos, en los años ’30 y ’50, fuimos invitados. Esta vez no, ganamos el derecho en la cancha, clasificando detrás de Brasil y eliminando a Uruguay, Ecuador y Venezuela.
Inolvidable domingo 19 de septiembre de 1993. Bolivia llegó al partido final de su grupo, frente a Ecuador, con ventaja de un punto sobre Uruguay. Empatando de visitante se clasificaba gracias a su mayor gol diferencia, por más que los charrúas ganaran a los cariocas en Brasil. Nosotros empatamos 1-1, ellos perdieron 2-0.
Saltaban los jugadores bolivianos después de lograr la clasificación. Tanto esfuerzo, tanto trabajo, encontraba el éxito al final, en el último partido, aquel que se disfruta más. Rodeado de sus elegidos, Xabier Azkargorta, el director técnico español, saltaba con ellos. Bigotudo, terco y verborrágico. Trabajó, sí, pero más que nada y sobre todo, convenció.
El gol
Gritaban gol como si fuera la primera vez. Gritaban en la cancha, afuera, por la tele, por la radio, en la calle. Era el gol buscado, el gol ansiado, el gol de la clasificación. 46 minutos del primer tiempo. William Ramallo recogió el rebote del arquero Jacinto Espinoza, quién no pudo detener el remate de Erwin Sánchez y con un tiro bajo y fuerte la metía al arco. Lo corrieron todos, titulares y suplentes para abrazarlo.
Después se aguantó, se especuló con el resultado. Hubiera sido victoria si Raúl Noriega no nos empata a los ’38 del segundo tiempo. Faltaban 7 minutos para el final.
“Abrazados, se reían, lloraban, gritaban. Los jugadores y también la gente, en cada lugar donde había un boliviano”
Fueron 7 minutos de infarto. Todos mirando el reloj, todos preguntando como iba Uruguay, todos con temores de derrota inesperada, de tres repentinos goles celestes que nos amargue la fiesta, hasta que el árbitro colombiano, John Jairo Toro, pitó el final.
No había más. Todo concluido. ¡Clasificados! ¡Clasificados al Mundial de Estados Unidos ’94! Abrazados, se reían lloraban, gritaban. Los jugadores y también la gente. En todas partes, en Ecuador y Bolivia, en cada lugar donde había un boliviano.
Los récords
Los seleccionados del ’93 lograron un hecho inédito en nuestra historia futbolística. Fueron al Mundial clasificando en una eliminatoria por vez primera. Le quitaron el invicto a Brasil después de 43 años de no perder en esta competencia. Marco Etcheverry se convirtió en el jugador más valioso de nuestro fútbol desde Víctor Agustín Ugarte por su juego y su gol a Brasil en el inolvidable 2-0. Por única vez, hasta hoy, se anotaron 22 goles en ocho partidos de eliminatoria por grupos.
Son 36 los nombres y los hombres que hicieron historia.
Guido Loayza, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol y Percy Luza, presidente del comité de fútbol, dirigentes; Xabier Azkargorta, Antonio López, Carlos Aragonés, Luis Orozco, Miguel Elías Zaiduni, Raúl Alberto Morales, Omar Rocha, Ruddy Merlo, Omar Rodríguez, cuerpo técnico; Carlos Trucco, Darío, Rojas, Marcelo Torrico, Carlos Borja, Marco Sandy, Gustavo Quinteros, Miguel Ángel Rimba, Sergio Rivero, Miguel Ángel Noro, Juan Manuel Peña, Luis Cristaldo, Iván Castillo, Roberto Pérez, Milton Melgar, Julio César Baldivieso, Erwin Sánchez, Marco Etcheverry, Ramiro Castillo, Juan Carlos Ríos, Mario Pinedo, Modesto Soruco, William Ramallo, Álvaro Peña, Jaime Moreno y Johnny Villarroel.
Nuestro fútbol se dividió desde entonces. Hay un antes y un después de esa clasificación. Hasta el gol de Ramallo no fuimos nunca a un Mundial por mérito propio, después tampoco.
Hasta el ’93 sabíamos que participábamos en eliminatorias, pero nada más. Después también.
Hasta el ‘93 nos llenábamos de ilusiones de ir a un Mundial, pero no íbamos. Después siguió igual.
Por eso son importantes, por eso son inolvidables, por eso se ganaron un lugar en la historia. Y el respeto de todos nosotros. Por siempre.
Datos y apuntes
Nos metieron 6 ¡y qué!
Bolivia regresó de Recife, Brasil, goleada 6-0. Cientos de personas se arremolinaron en el Aeropuerto de El Alto y al grito de “no pasa nada, no pasa nada”, recibieron a los seleccionados con aplausos, abrazos y muestras de confianza en ellos. Varios, con lágrimas en los ojos, prometieron la clasificación al Mundial de Estados Unidos ’94. Azkargorta, Ramallo y Borja, decían que les daba vergüenza la goleada y mucho más después de recibir tanta manifestación de cariño de la gente.
Clasificar vende
Gracias a la campaña de la selección boliviana, las empresas nacionales vendieron sus productos como no lo habían hecho hasta entonces. La selección fue objeto de distinciones y premios de todo tipo y las empresas se apuraban por formar parte de esa fiesta. Concursos, ofertas especiales, premios por compras, eran hechos comunes en el ’93 y ’94 y más si se tenía el respaldo de las imágenes de la selección. Hacer buena campaña ayuda, pero clasificar sí que vende. Y mejor si lo hace lo más popular, el fútbol.
La camiseta de la suerte
Bolivia vistió por única vez, una camiseta en tonos en degradé, del verde al blanco, y en forma de rombos. Fue la única vez que se hizo un uniforme de esas características y dio suerte, pues se clasificó por vez primera a un Mundial por derecho propio. A la molestia de los primeros días, al ver el uniforme, pasó a aceptarse sin más. No pudo utilizarse la misma en el Mundial, porque se inscribió la tradicional, verde con vivos rojos, amarillos y blancos. Ni antes del ’93 ni después, se usó una casaca de ese tipo.
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