Daniel J. Herrera Tito
Si el Municipio de Apolo cuenta con una biblioteca en pleno centro del pueblo, a donde acuden decenas de estudiantes de las unidades educativas que se encuentran en funcionamiento en este confín patrio, distante a 12 horas de la ciudad de La Paz, no es precisamente porque el Gobierno municipal lo haya tenido entre sus principales planes, sino se trata de aportes e iniciativas ciudadanas que vienen desde afuera, así nos comenta el comunicador local de radio Franz Tamayo, Micky Jiménez.
Entre los planes municipales, en su mayoría rurales, poco o casi nada se tiene previsto desarrollar el tema educativo, no obstante, existiendo normas institucionales que facultan a los municipios encargarse de la inversión en la educación, éstas se hallan solamente forzadas al mejoramiento de las infraestructuras y al desayuno escolar, quedando propuestas ausentes a la calidad educativa; por otro lado las distancias que tienen que recorrer niños y adolescentes para llegar al colegio son recurrentes y “los internados que existen son insuficientes”, expresa un reporte de radio desde Sucre.
Estas situaciones dejan entrever la problemática de la educación en Bolivia, sumergida en el aplazo, un asunto de ello es que miles de estudiantes no pueden aprobar un examen de ingreso a la universidad, según un informe reciente del matutino El Deber, en el que se menciona que el 71 por ciento de los bachilleres que postularon para ingresar a la universidad Gabriel René Moreno, se aplazó.
Referirse a las causas de esta problemática educativa, nos hace comprender que son males estructurales, arrastrados desde hace mucho tiempo. Es que los bachilleres de nuestro país reflejan una mala formación debido a muchos factores; es que la situación repetitiva de los contenidos, la falta de innovación educativa y el temor de tocar nuevas experiencias, son fatales en este tiempo. ¿Serán los profesores tan culpables como las autoridades del Ministerio de Educación? Y lo peor es que los padres de familia estamos fallando rotundamente en nuestro cometido.
Es hora de que los gobiernos municipales y Gobierno central tomen entre sus manos el asunto seriamente, para mejorar los resultados sobre logros estudiantiles. Llegó la hora de vencer obstáculos de mediocridad. Ya que se podría ir implementando, por ejemplo, bibliotecas, alimentación complementaria a escolares, internados en municipios rurales y otras propuestas muy necesarias para mejorar los niveles educativos de las regiones.
No se sabe a ciencia cierta a quién toca la pelotita de esta crisis, aunque todos estamos involucrados en el juego del saber, profesores, comunicadores, autoridades, padres de familia, es decir la misma sociedad. La educación boliviana debe cambiar sus estadísticas de perdedores; es decir que cuando haya buenas políticas, las cosas nuevas vendrán. En ese sentido, las políticas gubernamentales y municipales deberían entender que educarse es la tarea fundamental de nuestros días.
Muchos aspectos inherentes a la problemática estructural de la educación, de los que son responsables el Estado y la sociedad, a lo largo de estas dos últimas décadas, nos tienen alertas frente a los desafíos del siglo que vivimos. La gestión municipal hasta donde abarque tiene que buscar la participación ciudadana, para ello los comunicadores locales deben cumplir un rol fundamental a través de sus medios, a fin de concienciar a todos, para mejorar nuestros niveles educativos y demostrar al mundo nuestras propias soluciones.
El autor es comunicador social.
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