“Tu envidia, mi fortaleza”

“Estoy en estos páramos alteños mucho muy alejados a la espera de movilidad para bajar con rumbo a la ciudad ya que mis diligencias en la ciudad que acaricia el cielo han terminado. Vanas son mis esperanzas de que pase el acostumbrado mini por la habitual parada ya que acabo de enterarme que están en paro por lo que su ausencia será casi segura a lo largo de este día.

Al caminar en busca de algún buen samaritano que se encuentre trabajando en este día es grande mi sorpresa de que pese a ser la misma ruta, y por ende la misma distancia, los pasajes oscilan entre dos y cuatro bolivianos dependiendo del humor del chofer en cuestión. Pero ésto ya no extraña a los frecuentes usuarios de estas líneas de buses (mini) ya que han optado por poner los precios a su entero antojo, supongo dependiendo si hay o no platito al final del día.

La excusa de estos señores, verídica o no, no me compete, es que si bien el precio de la gasolina increíblemente no se ha elevado todavía, los repuestos de sus movilidades han incrementado su valor. En caso de ser cierto este punto la duda me abraza… Si están tan al día en cuanto a precios de repuestos ¿Por qué cada vez que uno toma un minibús, en cualquier ruta, pareciera estar rulando en un auto recién siniestrado que en uno de servicio público?

Tanta es la dejadez de algunos choferes que en lo único que invierten es en el sticker del vidrio trasero que a este paso en lugar de rezar ´Tu envidia es mi fortaleza´ debería decir ´Las tarifas no me importan porque me fortalece el sindicato´, hecho que en teoría está mal pero se aplica a diario al pie de la letra por estos jovencitos (y no tanto) al volante”