Las masas avanzan contra el MAS y la violencia tiende a generalizarse. ¿La cumbre hará que las aguas turbulentas bajen y llegue la calma en la mente de los hombres del Palacio? La ciudadanía está ya convencida de que el “proceso de cambio” se ha convertido en una “maquinaria de guerra” contra el pueblo: ahora todos son considerados enemigos, en todas partes del país la represión es cada día más violenta: heridos, violencia cotidiana en las calles; mientras esto ocurre la esquizofrenia quema y apaga toda imaginación en la gente del Gobierno.
Cuando la indiferencia invade, el caos ronda en las esferas del poder; existe desesperación en re-establecer el orden; lo lógico sería, primero, re-establecer orden en la mente de los “indígenas” en el poder. Con paciencia la gente del TIPNIS avanza, se toma su tiempo, así no gane en el largo plazo, la finalidad es lo inmediato; están decididos para actuar en otros escenarios: invierno, la OEA, conflictos sociales en los centros urbanos... etc. Las reivindicaciones sociales cada día que pasa se van convirtiendo en escenarios de enfrentamiento político.
La “fuerzas perversas” para el régimen estarían empujadas por la “mano negra”, apenas esta palabra es dicha, algunos “descolonizados” se dan cuenta de que siguen en el mundo feudal, otros ni cuenta se dan del mundo en que están. Las “fuerzas puras” del MAS, así estén reforzadas por las fuerzas represivas, se encuentran muy debilitadas y no hacen más que generalizar caos en el propio Gobierno.
La debilidad de los “amos pensadores” (cubanos y chavistas), pone en jaque a los estrategas del Gobierno; como es lógico, los movimientos sociales se dispersan y se inmovilizan; los estrategas, a falta de imaginación, recurren una vez más a la idea de “cumbre”, pero todos saben que este escenario no es más que de distracción, manipulación, quieren ganar tiempo; hacen simulacro para ocultar el despotismo y la ineficiencia de los ministros.
La convergencia de las fuerzas “fuerzas perversas” contra el régimen destruye el mito de la armonía indigenista, el humanismo del socialismo del Siglo XXI es represión y dolor para la ciudadanía, la promesa de la felicidad individual y comunitaria han terminado. Sin embargo quieren todavía “pensar juntos en la cumbre”, ¿pensarán?
Eso de “juntos” es dedicar un tiempito a lo común, y ocultar el híper-individualismo dedicado para hacer fortuna de la política. Contra las reivindicaciones de la ciudadanía, el poder está en busca de nuevos chivos expiatorios, pero en la situación actual, ningún culpable será útil para el poder (ni siquiera el maestro Filipo en la guillotina); pues el efecto de esta actitud indigenista, en lugar de pacificar creará repulsión y rechazo en toda la sociedad.
Por eso el régimen, desbordado por los conflictos sociales desde la desesperación, con una concepción feudal se propone “suspender” el decreto 1.126. Cierto, es posible suspender un debate, un almuerzo, una cita también, incluso con la represión hasta la libido se la podría suspender; pero ¿es correcto suspender decretos o leyes del Estado? La idea y el gesto de “suspender” y colgar en la cumbre, muestra que la Asamblea plurinacional no tiene la capacidad de legislar y el Gobierno no tiene la fuerza para decidir.
Si de salidas se trata, lo prudente es abrogar el decreto 1.126; sería más noble reconocer que han hecho un decreto a la rápida, que han atentado contra la salud de la población, que han vulnerado derechos de los trabajadores en el sector de la salud. Y antes de que la paciencia de los tipneños se convierta en violencia generalizada, el Gobierno debería dejar sin efecto la Ley de la “consulta previa”. Pues en el Gobierno la idea de pensar la comunidad se ha convertido en la inercia y la desesperación, por eso toda decisión produce movimiento ciego de represión, y violencia.
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