La ola de rumores que se ha desatado en el país sobre la posibilidad de que el gobierno del MAS apruebe medidas que permitan la “rápida bolivianización” de la moneda nacional para descartar al dólar, ha creado angustia y preocupación en la colectividad y no siempre en quienes poseen ahorros en moneda extranjera sino en toda la población sabedora de que dicha moneda sirve para todas las transacciones en un mundo en que todo circula mediante las divisas.
Hablar de “desdolarización” para nadie es conveniente; por el contrario, para el Gobierno es crearle condiciones para una mayor pérdida de la confianza que aún pueda tener el pueblo; para la población, la certeza de no contar con la seguridad necesaria en su vida de hogar; para los ahorristas, en cualquier moneda, es crear inestabilidad y razones para desconfiar de todo lo que “pudiese suceder” por no saber a qué atenerse, qué pasos dar y cómo seguir alguna conducta que le permita salvaguardar lo poco que posee o, en casos, la certeza de que sus futuros ingresos, así sean sólo sueldos o salarios, tengan bases seguras.
Las políticas económicas impuestas por el gobierno de la Unidad Democrática y Popular (UDP) entre los años 1982 a 1985, por “privilegiar a la moneda nacional” y “debilitar el accionar del dólar”, permitieron la desdolarización que se convirtió en proceso hiperinflacionario y culminó sólo con la aprobación del Decreto Supremo 21.060 el día 29 de agosto de 1985, que frenó radicalmente el proceso devastador de la economía; pero con un costo muy alto, especialmente para quienes poseían ahorros, porque se tuvo que consolidar lo hecho por la UDP al depauperar la divisa dólar.
Cualquier proceso desdolarizador de la economía trae como consecuencia el incremento de la pobreza, porque si bien el poder adquisitivo de la moneda nacional adquiere más valor, éste resulta nominal porque se convierte en simple papel, ya que detrás de él actúa la hiperinflación que se encarga de subir precios de bienes y servicios en proporciones infinitamente mayores. Este fenómeno atacó a los bolivianos en esos años de la UDP y también en tiempos iniciales de la “revolución nacional” que depauperaron nuestra economía hasta el extremo de importar lo que más y mejor producíamos, como son las patatas (papas) que, por conveniencias partidistas, el MNR aceptó su importación desde Holanda con miras a favorecer “al partido”, desestimando ofertas de mejor calidad y precios muy bajos.
Los temores que abriga la población tendrían que ser descartados por el Gobierno y no alentar rumores que pueden acarrear serios problemas al país, al margen de debilitar la estructura gubernamental y crear mayores conflictos de los que se sufre. Los tiempos han cambiado en relación con los años 80; las condiciones sociales han adquirido dimensiones diferentes y la propia economía si tiene muchas fisuras, también posee condiciones mayores que hoy. Devaluadas las divisas, se ocasionaría colapsos económico-financieros de imprevisibles consecuencias.
Las autoridades del Gobierno tendrían que tener en cuenta que el rumor siempre es contrario, inclusive para los que lo propalan; tiene, pues, la obligación de aclarar qué es lo que piensa hacer en el campo de la economía y dar las condiciones de seguridad que la colectividad requiere para amainar, siquiera en parte, las graves dolencias económicas que causa la crisis.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |