¿Bolivia en cuarentena?

El cúmulo de medidas erráticas del Estado, la serie de acontecimientos políticos que se registra en forma intermitente, la agitación popular, los paros, huelgas, bloqueos, marchas callejeras de protesta de los trabajadores y otras manifestaciones de inquietud social, entre ellas violentos choques entre grupos contrarios, están causando notable malestar al país, sin dejar de tener en cuenta negativos actos gubernativos que se los arrastra desde hace años.

Esa situación en general ha hecho que analistas internacionales y locales saquen conclusiones cada vez más alarmantes y pronostiquen resultados extremos que podrían dar lugar a “salidas” inesperadas pero dramáticas.

La realidad socio-política del país ha ido desarrollando, a partir de pequeños incidentes, hechos de significación conjunta. Muchos fenómenos pequeños, aislados y temporales se han ido juntando en uno solo y, finalmente, se han aglutinado en una masa que tiende a crear una nueva realidad en términos cualitativos y no difíciles de prever. En síntesis, la cantidad se va convirtiendo en calidad.

En efecto, la inquietud social -huelgas, marchas, bloqueos, etc.- se ha ido convirtiendo en agitación convulsiva y luego en una situación política revolucionaria. Esta, a la vez, en meses recientes ha derivado, al parecer, en un estado pre insurrecional manifiesto. Más aún, ese estado de cosas muestra indicios de una guerra civil ante la presencia de enfrentamientos entre grandes grupos de población.

El solo hecho de que en el primer semestre de este año se hubiesen producido nada menos que tres huelgas generales, revela que en el país existe un mar de fondo de creciente gravedad que sirve de río revuelto para pescadores de turno. En ese ambiente convulsivo se encuentran otros asuntos de magnitud como el problema de los médicos, las demandas de los maestros, el asunto de los indígenas del Isiboro-Sécure, la crisis del transporte en La Paz y otras ciudades, toma de minas por comunarios, asalto a propiedades rurales y hasta reacciones de las “trabajadoras sexuales”, por citar sólo algunos de esos fenómenos. Es más, esos problemas están estallando simultáneamente y están a punto de explotar de golpe.

En general, salta a la vista que vivimos el desenvolvimiento espontáneo de una crisis social sin conducción político-partidaria, como se observó en otras oportunidades históricas. En efecto, después de una ola de pequeños incidentes, éstos derivaron en un fenómeno unificado que dio al país nuevos rumbos históricos.

Sin embargo, como excepción, en esta oportunidad, no se encuentra la presencia de aparatos partidarios que den conciencia a ese proceso inconsciente de la vida social boliviana, lo cual podría derivar en peores dificultades y una “salida” de características impredecibles.

Entre tanto, naciones democráticas del mundo miran el devenir boliviano con pesimismo: el Financial Times de Londres se refiere a “las payasadas de Morales, del primero de mayo, son sin duda una mala noticia para España”; el Correo Gallego escribe que Bolivia “Es territorio no grato, con demasiado riesgo, debido a la extrema inseguridad política” y agrega que Bolivia ha sido puesta en “cuarentena”, afirmaciones que muestran que el panorama interno y externo de Bolivia se encuentra muy deteriorado.