Loas por las reservas y silencio por lo adeudado

En cualquier economía del Tercer Mundo, hay preocupación por lo que se necesita, por las deudas contraídas, por la falta de producción y por otras causas que desesperan en alto grado no sólo a los gobiernos sino al pueblo. En nuestro país, contrariamente a lo que debería ser, damos loas a los dineros habidos por las reservas que, se dice, totalizan más de 12 mil millones de dólares; pero, a la vez, olvidamos que casi la misma cantidad -o tal vez mayor- adeudamos entre lo que debemos a organismos internacionales, bancos privados, países amigos y, por otra parte, tenemos acumulada una deuda interna que debería preocupar seriamente.

Los precios internacionales para el petróleo, el gas, los minerales y otros productos que exportamos, han permitido que vivamos en una especie de “bonanza económico-financiera” porque hemos podido acumular dinero que, en parte, ha servido para incrementar el monto de las “reservas internacionales” que implican ser la seguridad de la economía nacional. Los montos ingresados al país no son, lamentablemente, por haber producido más y mejor sino porque los precios en el mercado internacional han subido mucho como es el caso del gas, el petróleo y los minerales.

La crisis del estaño que se vivió hasta el mes de octubre de 1985 se debió a que la libra fina estaba en los 3 dólares y fracción; hoy, la libra tiene una cotización superior a los 11 dólares. En cambio, los costos de producción hasta el año 85 fueron del orden de los 4 a 4.50 dólares la libra lo que daba como resultado que perdamos mucho dinero por libra de mineral que, además, en muchos casos se exportaba embolsado y con gran porcentaje de impurezas que, hasta su fundición implicaba que se perdía energía, tiempo y dinero por los costos que demandaba. Felizmente, en las últimas dos décadas, se ha logrado fundir minerales evitando la llamada “barrilla” que luego era desechada como material inservible.

¿Cuál sería la situación si a los altos precios internacionales le agregábamos mayor cantidad y mejor calidad a nuestra producción? Las medidas adoptadas por el Gobierno a partir de enero de 2006 no han permitido que aumentemos la producción de bienes de uso y consumo y hemos llegado al extremo de importarlos con los precios internacionales que corrían en su momento. Nuestra producción quedó paralizada y tan sólo quedaron las esperanzas de que el Gobierno garantice las inversiones, se reponga las garantías para la producción y arribemos a los caminos por los cuales produzcamos lo que consumimos y logremos excedentes para las exportaciones; pero nada de ello ocurrió y hasta ahora seguimos en la situación de espera como si ella pudiese obrar milagros para nuestra siempre depauperada economía.

No cabrían, pues, loas para nuestras reservas que, además, no debería disponerse de ellas irresponsable y festinatoriamente como se piensa, sino guardarlas e incrementarlas con mayor producción y consecuentes mayores exportaciones. Deberíamos lamentarnos de nuestras deudas internas y proceder a contar con políticas de ahorro, evitando los derroches superfluos a los que, por desgracia, se acostumbró el Gobierno. Lo que debemos internamente pesa grande y gravemente en las espaldas del pueblo porque es el que debe pagar esa obligación. Obrar con realismo en el campo económico financiero es saludable; lo contrario, es irresponsable y deshonesto, conducta que, por principio, debería rechazar el gobierno.