El régimen del presidente Bashar Assad intenta acabar con un plan de paz negociado por Naciones Unidas para Siria, denunció ayer un líder de oposición, mientras que las fuerzas de seguridad se emplazaron en mayor número, un día después de que dos ataques suicidas con coches-bomba dejaron 55 muertos en Damasco.
Los atentados avivaron los temores de la presencia de extremistas islámicos entre quienes buscan derrocar a Assad y propinaron un golpe más a los intentos internacionales de poner fin al derramamiento de sangre. El régimen de Assad culpó de los ataques a terroristas que, afirma, están detrás del levantamiento de 14 meses en el país.
Durante una conferencia de prensa en Tokio, Burhan Ghalioun, jefe del opositor Consejo Nacional Sirio, manifestó que no habría una solución pacífica a la violencia en Siria sin “una amenaza de fuerza en contra de quienes no acaten el plan”.
“Assad cree que puede evadir la implementación de todas sus obligaciones sin que haya consecuencias”, dijo Ghalioun.