Curiosidades políticas de nuestros tiempos

Durante las últimas semanas el país se ha visto conmocionado por una gigantesca ola de agitación social y política, precursora de grandes sucesos y atribuible a diversas causas. Pero lo más notable del caso es que durante el desarrollo de esos sucesos se produjeron enormes contradicciones oficiales que adquieren carácter anecdótico y permiten evaluar el grado de absurdo que ha adquirido la actual realidad política boliviana y la incapacidad de maniobra de sus protagonistas, que así han retrocedido a la politiquería.

En primer lugar, en su empeño por poner orden al sistema vial de la ciudad, el Alcalde de La Paz dictó una disposición reguladora que fue resistida de plano por los chóferes, reacción que radicalizó y encaprichó al burgomaestre al extremo de hacerle perder la paciencia y afirmar que su decisión era irrevisable.

La disposición edil tuvo, sin embargo, el efecto -quiérase o no- de estar dirigida contra el gobierno de Evo Morales que en esos momentos atravesaba grandes problemas, como las marchas de los médicos, paro de los maestros, la caravana de los indígenas del TIPNIS, agitación de los estudiantes, protestas de las prostitutas y decenas de otros conflictos.

La intransigencia de los chóferes precipitó, entonces, el bloqueo de toda la ciudad de La Paz, actitud que fue vista por la población no como una medida contra la decisión del Alcalde, sino contra el Gobierno central. En esa forma, como resultado inesperado, también resultó víctima del conflicto el mismo gobierno de Evo Morales, ya ostensiblemente debilitado a nivel interno y externo.

Pero fue ahí cuando se produjo lo más curioso. El gobierno de Morales, con el fin de debilitar al Alcalde, (representante de un partido opositor), decidió alentar el furioso paro de los chóferes y, finalmente, precipitó el bloqueo. Es más, cuando éste llegaba a un punto candente, prácticamente lo protegió haciendo que la Policía se haga de la vista gorda, vale decir que respaldó una medida de protesta que estaba dirigida contra el mismo Gobierno.

En síntesis, la medida del Alcalde, destinada a ordenar el transporte público, fue dirigida contra el Gobierno, pero éste, a la vez, con objeto de debilitar al Alcalde, alentó un paro que le perjudicaba a él más que a la autoridad edil, situación general que se convirtió en un pandemonium, difícil pero no imposible de comprender.

Viendo esas actitudes en una perspectiva más amplia, se constata que en los altos niveles de gobierno no existe manejo político adecuado de la situación y que se practica la táctica de los golpes de ciego que nada resuelven y más bien son como echar leña al fuego del incendio.

En síntesis, se puede concluir que la crisis social que se registra en el país, (“que está que arde”, como dice Paulovich), se agrava de forma inevitable e incontenible, pero no tanto por la crisis misma, sino porque las mismas autoridades se encargan de manera deliberada de llevarla al extremo, ya no echando leña sino gasolina al fuego, lo que permite recordar aquella leyenda bíblica sobre cuando Sansón derribó las columnas del templo y murieron los que son y los que no son. ¡Esas son las curiosidades de estos tiempos!