Los municipios del país -con pocas excepciones- dan la pauta de lo contradictoria que es la administración municipal en lo que se refiere a la disponibilidad y uso del dinero, porque hasta hace pocos años, quejas y lamentos abundaban por no haber dinero alguno o porque el Tesoro General de la Nación no desembolsaba los montos fijados para cada municipio o la ausencia de contribuyentes al tesoro municipal. Desde hace pocos años, esa situación ha variado, especialmente desde la fijación del IDH en favor de municipios y universidades que disponen de porcentajes especiales para atención de sus necesidades.
Ahora, existe la preocupación porque las Municipalidades no gastan el dinero que recaudan ni el que tienen asignado por diversos canales; se alega que no fueron atendidos, pero sin dar explicaciones convincentes. La verdad es que, según todo lo que se puede deducir, hay negligencia en la preparación y atención de proyectos y planes para obras de infraestructura, apertura de nuevas vías de comunicación intervecinales, reparación de avenidas y calles, planificación de nuevos barrios, atención de alcantarillados y servicios de agua potable (pese a que existe alguna autonomía en estos últimos dos casos) y otros aspectos que los municipios deberían atender.
Los sectores de educación y salud que las municipalidades tienen a su cargo y que no cumplen con disposiciones claras en lo que se refiere a la conservación y mantenimiento de edificios y locales dedicados a la educación y la salud. ¿Cuál es la realidad? ¿Hay o no dinero para atender tan amplia gama de obligaciones que deberían tener atención permanente? ¿Es que no hay proyectos para nuevas obras? ¿No existe personal técnico necesario ni hay un plano regulador para que cada gestión municipal lo lleve a cabo?
El dinero sobra “porque no se gastó” es la peregrina explicación que se da a la comunidad nacional; sin embargo, el descuido campea en todo lugar y es notorio cuánto habría por hacer tan sólo en reparación de obras de infraestructura que están en funcionamiento; ni qué decir sobre las nuevas que habría que atender con urgencia. Lo grave es que como “hay sobrantes de dinero porque no se alcanzó a ser gastados”, según otra explicación, “lo que corresponde es que sean revertidos al TGN”.
¿Qué explicaciones racionales podrían dar las municipalidades del país sobre “sobrantes de presupuesto” que año tras año confrontan? ¿O es que se ha proyectado obras faraónicas difíciles de realizar? ¿Qué explicación pueden dar las diversas “oficinas de planificación” municipales sobre este misterio de que hay dinero pero no se lo gasta? ¿Es justo que el descuido, la dejadez, el nomeimportismo reine en nuestras ciudades “por falta de recursos financieros” y, sin embargo, hay sobrantes para ser revertidos al Tesoro General de la Nación? ¿De qué sirve que los municipios tengan autonomía para su funcionamiento si no pueden gastar lo que tienen y lo que recaudan por diversos conceptos? ¿Es que debemos quejarnos siempre de ser muy pobres y sin embargo tener sobrantes de dinero? Son explicaciones que deberían dar las autoridades del Gobierno y de las municipalidades. El país requiere conocer realidades sobre conductas, responsabilidad y manejos financieros en las alcaldías de todo el país.
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