OPINIÓN
Lo conocí como nos conocíamos casi todos hace 22 años atrás en la cobertura periodística de disciplinas deportivas en esta ciudad, yo nací y me quedé en la T.V, el tuvo la visión de abrazar la máquina de escribir en esa época, y estoy hablando de 1988, la antigua sala de redacción de La Razón le abría las puertas y se queda hasta el ´99, entre idas y venidas el 2004 lo convocan nuevamente, ya instituido como figura periodística y retorna a la que fue su casa.
Mientras cientos se desesperaban porque su voz se escuchara en radio, bautizando a la generación “mascachicle” y otros cientos intentaban un mínimo espacio en la tele, Eugenio se movía tranquilo en un nicho que sabía a la larga lo iba a distinguir como diferente.
Fueron cientos de cientos los quedaron en el camino con la frustración de no haber logrado conquistar ni siquiera un porcentaje de sus sueños, mientras que, por simples procesos de decantación natural, quedamos aquellos que fuimos tocados por Dios y realmente trabajamos durísimo para estar y quedar. Eugenio era de esos, de los que tienen gran paciencia y perseverancia que tarde o temprano la terminas respetando.
Ernesto Murillo, actual editor General de EL DIARIO fue el creador del suplemento deportivo Marcas de La Razón y tanto en la primera como en la segunda etapa de este periódico trabajó codo a codo con quién, en varios años de trabajo se había transformado en el mejor periodista de disciplinas amateur o no profesionales de este país y quién sigue siendo ejemplo para todos los editores que trabajaron con él. “Tienen que ser un Aduviri” seguramente se seguirá escuchando en las redacciones paceñas, por eso visitó en coberturas tantos países por el mundo, por su experiencia y su responsabilidad, otra gran característica del Chato.
Personalmente cuando arrancamos en el Súper Deportivo hace 7 años atrás, también nacieron “Las Súper Poderosas” en aquella época como un sector y actualmente como programa especializado en disciplinas amateurs.
Los primeros pasos de Zdenscka Bacarreza y Piña Pozo para las coberturas fueron guiadas por Eugenio Aduviri que, sin egoísmo alguno les brindaba información, situación que inmediatamente ganó mi admiración y agradecimiento.
Por suerte tuve la oportunidad de decírselo personalmente en una esquina mal iluminada de un barrio cercano al estadio en Medellín, cuando cubríamos los Juegos Sudamericanos de Colombia. Luego de cenar sandwichs a altas horas de la noche en un carro callejero cuya dueña ya nos tomó cariño y nos hacía rebaja, los periodistas bolivianos nos congregábamos por la grandes porciones y los precios baratos, al lado del carro quedaba un bar, a alguien se le cruzó brindar con agua ardiente de la región y así fue… nos bajamos como cinco botellas de las de tapa rojas y azul. Reímos, bromeamos, nos acordamos de otros viajes y luego los 9 nos fuimos a dormir medios movidos.
El sábado pasado a la noche lo asesinaron… lo mataron de la peor manera. Nos dejaron sin un gran profesional pero sobre todo sin una buena persona.
A su familia, a sus amigos, a los compañeros de la Razón nuestra energía.
Te lloramos todos… Eugenio Aduviri… hermano querido.
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