Hace pocos días, canales de televisión mostraron que las autoridades de la FELCN “incineraron cocaína decomisada a los narcotraficantes”. Al respecto, corresponde hacer algunos comentarios. En los últimos sesenta años, los decomisos de droga han sido muchos; raras veces se dio a conocer que parte de ella fue incinerada “con intervención del fiscal y de autoridades policiales”; después, silencio…
El problema tiene larga data porque en alguna oportunidad – rara por supuesto – fue invitada la prensa para presenciar el quemado de droga. Las sorpresas fueron múltiples, la más grave: a pedido de un periodista, se abrió la parte superior de una bolsa, se examinó el contenido y efectivamente era droga; examinado el resto, a tan sólo diez centímetros, se estableció que se trataba de harina o almidón del país; pero, entre bombos y platillos, se quemó muchas bolsas del producto. Examinadas varias bolsas, se estableció lo mismo.
Entonces, las explicaciones fueron de absoluta ignorancia de las autoridades por no “saber qué había ocurrido”. Todo quedó ahí y ni el Ministerio de Gobierno ni autoridad alguna de la policía informaron nada. El misterio rodeo al caso. Posteriormente hubo varias incineraciones pero sin asistencia de la prensa y no faltó el comentario “porque a todo se meten los periodistas”. Efectivamente, para la prensa es importante saber qué es lo que pasa con la droga decomisada a los narcos.
El problema, muy grave, seguramente complicó a muchos funcionarios y nada raro que en futuros actos de quemazón del producto, se procedió en idéntica forma; pero, como todo está oculto y nadie puede dar información alguna, todo queda sumido en el misterio.
Hechos similares se han producido en Colombia y Perú y sólo en contados casos se descubrió a los autores del delito. El negocio de las drogas dio en el pasado y seguramente lo da en el presente, pingües utilidades a quienes ocultan hechos como el que comentamos, no se explica de otro modo que en los decomisos se habla de centenares de kilos y toneladas de droga; se los muestra con mucho “resplandor de luces” porque parece que así conviene puesto que los medios de comunicación le dan el realce debido, aunque para otro tipo de informaciones, se critica y condena a esos medios.
Las informaciones han señalado varias veces que “la droga decomisada está en las bóvedas del Banco Central”; pero, que se sepa, jamás dicha institución bancaria ha informado sobre la cantidad del producto que haya sido puesta bajo su custodia. En fin, el caso adquiere condiciones muy peligrosas por falta de informaciones oportunas y porque no hay verificación periódica sobre los productos entregados al Banco Central o que quedan en recintos policiales o en dependencias de la FELCN.
Las autoridades de gobierno, por su tranquilidad y responsabilidad, deberían investigar este caso y, si posible, hacerlo conjuntamente el de bienes decomisados y que se guarda con mucho hermetismo.
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