HORA DE CIERRE
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Bolivia (IJSUD) se suma a la celebración del Día Internacional de la Familia, recordando que en el mes de septiembre del año 1995, el entonces Presidente de esta organización religiosa, Gordon B. Hinckley, dio a conocer “La Familia, como una proclamación para el mundo”.
En esta proclama, la Iglesia de Jesucristo afirma que “el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos”.
La Iglesia predica que la familia es la esencia misma del evangelio de Jesucristo, por cuanto “Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos”.
Esta proclamación señala que “el primer mandamiento que Dios les dio a Adán y a Eva se relacionaba con el potencial que, como esposo y esposa, tenían de ser padres”.
“Declaramos que el mandamiento de Dios para Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece en vigor. También declaramos que Dios ha mandado que los sagrados poderes de la procreación han de emplearse sólo entre el hombre y la mujer legítimamente casados como esposo y esposa”, declaró el Consejo de los Doce Apósteles de la Iglesia que en el país celebra este 2012, 48 años de su reconocimiento legal.
En parte central de su proclamación, la Iglesia afirma que “el esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y de cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos. “…herencia de Jehová son los hijos”.
Una de las enseñanzas que la Iglesia de Jesucristo imparte entre sus miembros es la unión familiar más allá de la muerte, siempre y cuando sus componentes cumplan el convenio de obedecer los mandamientos de Dios, compromiso que se celebra en una ceremonia especial llevada a cabo en los templos.
Más adelante, se señala que “los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, y de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, a observar los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan.
Los esposos y las esposas, las madres y los padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones”.
Finalmente, los principales líderes de la Iglesia afirman que “los hijos merecen nacer dentro de los lazos del matrimonio y ser criados por un padre y una madre que honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad. La felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo”.
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