Presidente desinformado

El presidente Evo Morales acaba de pedir a los bolivianos, seguramente antes de llamar a otra “cumbre social”, algunas ideas para impulsar el aparato productivo.

Aquí se observa un grave efecto de la costumbre que tiene el presidente de jamás permanecer en su oficina de la plaza Murillo, a pesar de ser la única plaza del mundo, junto a la de Tienanmen, que tiene prohibido el ingreso de la gente.

Si el presidente se diera tiempo para estar en su despacho, estaría enterado de que sus parlamentarios llevan seis años y medio preparando las leyes de inversiones, de hidrocarburos y de minería, sin ningún resultado.

Que las estén escribiendo en quipus –ya lo dije- es algo que se debe descartar, pero alguna escritura muy compleja deben estar usando que demoran tanto.

De eso, el presidente no está informado. Quizá ni se enteró de la orden que alguien, desde el Palacio Quemado, a mediados de 2006, envió al parlamento para que se aprueben esas leyes.

Quizá el presidente esté viendo cómo sus ministros toman iniciativas aisladas para alentar las inversiones, como las que anunció el de Minería sobre impuestos a las utilidades, o los incentivos creados por el presidente de YPFB para las petroleras.

Son iniciativas que probablemente ponen en figurillas a los parlamentarios que, con tanta dificultad, estaban avanzando en la redacción de las leyes, pues vienen a moverles la estantería.

Y ahora el presidente pide a la ciudadanía ideas para impulsar el aparato productivo, con lo cual los parlamentarios han recibido el aviso de que el proyecto que estaban preparando debe esperar todavía más.

Porque ahora, si se toma en serio lo propuesto por el presidente –a veces eso no ocurre- se elaboraría un sistema para recoger las ideas de los ciudadanos sobre este tema, antes de que las leyes se acerquen al final del túnel.

El método caótico que usa este gobierno, hay que admitirlo, tiene un aporte muy importante del presidente. Es un excelente agente del caos.