Cuánto más precisamos salir de la pobreza y el subdesarrollo, los hechos extremos hacen que nos adentremos más en ellos. Vivimos tiempos en los que países vecinos y muchos del Tercer Mundo han superado sus problemas y disminuido su pobreza; varios están en condiciones de ingresar al segundo mundo y, nada raro, alguno pretender entrar al primero. Esas naciones muestran lo alto que llegaron tan sólo con valores y con la economía que manejan en lo que producen, venden y exportan: no son simples productores de materia prima ni vendedores regulados por quienes fijan precios a los pobres; son, en todo caso, estados que han vencido razones que los acomplejaban y reasumen condiciones de orgullo nacional porque comprobaron que pueden superar las taras que los ataban al atraso.
Nosotros con huelgas, paros, manifestaciones, marchas, incapacidad, exigencias por doquier, hemos llegado al extremo del terrorismo, que es bloquear al país y, con él, nuestras posibilidades de dar solución a los problemas. Estamos en las puertas de todo lo ocurrido y hoy reina en Somalia, una comunidad que pretendió ser un Estado y no lo es porque reinan en él la delincuencia, el crimen organizado, el contrabando, la piratería, la corrupción, la prostitución, la ignorancia, el nomeimportismo, la falta de educación y formación en valores, el abandono y maltrato a niños, la desorganización total, la anarquía en todas sus formas y, por supuesto, la ingobernabilidad y tampoco existe la intención de conformar una nación organizada. Somalia es el campo donde reinan las peores lacras del mundo porque no hay conciencia de bien común y sólo existe el reinado del mal.
En Bolivia parece que gobernantes y gobernados habríamos llegado a las puertas de esos extremos porque creemos que con los excesos que se cometen se solucionarán los problemas y hasta confundimos a la huelga -un derecho legal reconocido en favor de trabajadores y de quienes están en las reglas constitucionales- con un instrumento para mostrar que siempre tenemos razones para la discordia, la división. La vida está expuesta a los peores caprichos y las demandas se hacen más duras porque se exige hasta imposibles con tal de mostrar que “somos los más fuertes o que contamos con los medios para imponernos”, al estilo de Somalia que sojuzga a su pueblo con las peores medidas dictatoriales, tiránicas y lo hace con imposiciones para todo y la vida, respetable para todos, no tiene significado alguno.
Vivimos tiempos en los que por estupidez, podemos ingresar al campo de la división y la discordia. Nos desenvolvemos subvencionados porque no tenemos la capacidad para cubrir nuestras urgencias y necesidades; importamos lo que debemos producir y no lo hacemos porque el Gobierno no quiere fuentes de producción; somos extremadamente pobres y el régimen se da el gusto de comprar aviones de lujo, aviones para las fuerzas militares, armas y el encargo de un satélite para que orbite mostrando nuestras “lindezas”; en fin, decimos que estamos en “el país de jauja” cuando estamos pendientes de la ayuda que nos proporcionen los limosneros porque nosotros, como mendigos, dependemos de nuestra capacidad para pedir y hasta lo hacemos protestando contra imperialismos y capitalismos cuando somos parte del sistema.
¡Cuidado! Habrá que tener tacto y prudencia en lo que se hace. Debería terminar el tiempo de la egolatría, los complejos y la prepotencia en que el Gobierno está empeñado y que, a su paso, arrastra a muchos sectores sociales que creen hacerlo bien con los extremos y sólo complotan contra el país porque, al no estar como Somalia, parece que buscamos esa situación. Felizmente, somos un país organizado pero convulsionado y que espera de la conciencia de quienes lo gobiernan porque sabe que los extremos sólo nos acarrearán más desgracias.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |