Ramón Claure Calvi
La noticia sobre la nacionalización de la Empresa Transportadora de Electricidad (TDE), a cargo de un consorcio español, se la repitió día y noche en la mayoría de los canales de televisión del país y del exterior, como CNN y Telesur.
¿Esa determinación del Gobierno fue trascendental o sencillamente unos querían mostrar su oposición y otros ponderar sus efectos? Expertos dicen que el hecho se concreta a la compra de acciones valoradas, por millones de dólares que salen del bolsillo de los bolivianos. Por último, el Presidente del Estado Plurinacional anunció que la nacionalización de TDE beneficiará a los trabajadores. En buena hora.
¿Y qué pasa con los ferrocarriles capitalizados por manos chilenas? Los contratos de concesión y licencia determinan: modernización y expansión del servicio público ferroviario. Pero después de 15 años, en lugar de modernización y expansión hubo premeditada desorganización y destrucción o, lo que es lo mismo, incumplimiento de contratos. El ramal Oruro - Cochabamba ha desaparecido, el daño es enorme. Un patrimonio neto de 304.9 millones de dólares fue capitalizado con 39.1 millones, 12.8%. El daño no sólo es económico, es también estructural, que más adelante puede afectar a la integración del país.
El capitalizador chileno no se limitó a destruir la Red Andina, destruyó también el F.C. Arica - La Paz, sustento del Tratado de 1904. Si hacemos una comparación con el Corredor Ferroviario Transcontinental Central: Santos – Arica, del que forma parte Bolivia, con la Empresa Fundidora de Estaño de Oruro; ENTEL; Luz y Fuerza Eléctrica de Cochabamba -si no estoy equivocado-, y ahora la Transportadora de Electricidad, nacionalizadas por el Gobierno, sin desmerecer la importancia de las mencionadas empresas, el ferrocarril es un integrador físico por excelencia del país, es geoeconómico, geotérmico y geopolítico, por nuestra ubicación geográfica en Sudamérica y también por nuestro injusto enclaustramiento.
La estrategia chilena, bien manejada en 133 años, entre otros capitalizó los ferrocarriles, al cabo de sutiles y audaces maniobras y, para rematar, el 2007 elaboró un plan denominado: “Declaración de La Paz”, que firmaron Evo Morales, Inácio Lula Da Silva y la señora Michelle Bachelet, para conformar un corredor carretero de 6.174 Km., con un gasto de 669 millones de dólares; Bolivia debe aportar 415 millones.
Dicho corredor debía ser inaugurado en noviembre de 2010 en Puerto Suárez, con la presencia del presidente chileno Salvador Piñera. No se llevó a cabo justamente por los entredichos en el tema marítimo. Si se ejecutará en otro momento, condicionado por la agenda de los 13 puntos y no se recuperara antes el sistema ferroviario, significaría la eliminación definitiva de los ferrocarriles y un candado más a nuestro encierro geográfico.
Por razones técnicas, económicas y estructurales como las mencionadas, hace muchos años los ferrocarriles debían retornar a la soberanía del país, previo resarcimiento del daño económico al Estado.
Es verdad que la inversión para recomponer el diseño ferroviario es cuantiosa, sin embargo es también verdad su rápida y cuantiosa recuperación. Será por eso que tiene más de una oferta de financiamiento estatal y privado de capitales chinos hasta 15 mil millones de dólares, 10 para el Mutún y 5 para un ferrocarril eléctrico: Puerto Suárez - Pacífico. La opinión pública no sabe qué curso tomaron esas ofertas.
Se podría producir acero industrial y sus derivados, disponer de un transporte masivo nacional e internacional con costos comparables al transporte marítimo, con cero contaminación ambiental, promover mano de obra diversa y abundante, planificar la industrialización, la agricultura, ganadería, minería, etc. En palabras sencillas, se cambiaría real y efectivamente el rumbo del país. Cómo no entenderlo, cuando justamente por falta de empleo fijo, salarios cada vez más insuficientes, pobreza acentuada, problemas en salud, educación y otros que nos agobian, no se puede emprender un plan para vivir mejor, existiendo condiciones óptimas para encauzar a Bolivia por caminos de entendimiento y unidad. El sistema ferroviario al Pacífico es el fundamento para acelerar el cambio productivo y económico del país.
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