Sobre democracia y nuevas generaciones

Todos los que nacieron en 1982, que hoy tienen alrededor de 30 años de edad, lo hicieron cuando la frágil democracia retornaba, propiciando la restitución de las garantías ciudadanas, vulneradas permanentemente por los regímenes de facto.

Ellos son hijos de la democracia, herederos de un sistema político que prioriza, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, la libertad y la justicia. E interpretando esa realidad manifestarán: “vinimos libres al mundo no sólo para pensar sino para actuar”.

Las nuevas generaciones que no han vivido en carne propia los momentos de zozobra e incertidumbre promovidos por quienes se consideraban los “salvadores de la Patria”, en gobiernos de fuerza, posiblemente se han enterado de tales hechos mediante la prensa o la historia política del país.

Es que ellos crecieron, particularmente en la ciudad de La Paz, viendo el asfalto que ha cubierto los valiosos adoquines, de piedra cortada de Comanche, de calles, avenidas y plazas, testigos mudos de tantos hechos históricos. Los de la calle Potosí y Ayacucho fueron salpicados por la sangre de uno de los caídos en el golpe del 1 de noviembre de 1979.

No llegaron a conocer el edificio de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), cerca a la plaza Venezuela, desde donde se arengaba al movimiento obrero movilizado, en ocasión de masivas concentraciones. Por sus pasillos transitaron los Lechín, Escóbar, López, Bernal, Dalence, Pérez, Reyes, Salas y tantos líderes sindicales del subsuelo boliviano. Dicho inmueble fue derruido por un alcalde servil a la dictadura.

En el caso nuestro, por ejemplo, nos vimos ante la necesidad de leer “Infierno en Bolivia”, “Entre los hombres lobos”, “Campos de concentración” y otros libros, para tener una idea de los excesos que intranquilizaron a la ciudadanía, en la década del 50 del siglo pasado, debido que entonces aún vivíamos la época de la infancia. Sólo la lectura ha absuelto nuestros interrogantes y nuestras dudas.

La democracia que respiramos hoy jóvenes y viejos no es una concesión gratuita, sino el resultado de las heroicas luchas emprendidas por la sociedad, sin claudicar ni un momento, hasta lograr que esa anhelada restitución, en definitiva, el 10 de octubre de 1982. Por lo visto el actual proceso no es una conquista de partido alguno o de ciertos políticos. Es la inquietud de todos los tiempos, que resurgió irrigada por grandes dosis de lágrimas y sangre combativa.

Democracia no sólo representa urnas, discursos u ofertas electorales, sino que, en la acepción más amplia de la palabra, simboliza la convivencia armónica de mayorías y minorías, es decir con consensos y disensos, en el marco del respeto mutuo. Con estos elementos básicos se fortificará en el país la democracia que fue inspirada en Atenas.

En suma: esas nuevas generaciones están convocadas, ahora más que nunca, a cultivar la democracia con cambios, lo que gusta a muchos y disgusta a pocos, pero todo sea por el bien del país.