El Movimiento Al Socialismo y sus contradicciones

El régimen de gobierno al socialismo, que se instaló en enero de 2006, luego de un sexenio y algunos meses parece naufragar en medio de sus contradicciones, en sus políticas coyunturales y planteamientos programáticos. Veamos por qué.

El electorado boliviano, que acude periódicamente a las urnas para elegir a sus gobernantes, debido al bajo nivel de desarrollo humano y a su alto contenido emocional no vota por los programas propuestos por los candidatos y sus partidos, sino vota contra algunas candidaturas que responden a corrientes políticas desgastadas en el ejercicio del poder, seguramente en su mayoría, pues deben haber sectores que votan por las ofertas electorales.

En las elecciones de 2005 la gente votó contra el pasado, contra los candidatos que representaban a los gobiernos que ya pasaron por el poder. En consecuencia votó por el candidato que parecía representar ese anti pasado, y eligió al dirigente de las seis federaciones de cocaleros del Chapare cochabambino.

El gobierno del Movimiento Al Socialismo, que logró el 52% de los votos, poco a poco fue develando su ideología y programa. Los primeros planteamientos aparecieron cargados de indigenismo, excluyente de los kharas o no indígenas, poco más tarde aparecieron las posturas socialistas de corte marxista y el mismo Presidente se declaró en un foro internacional como socialista comunista, pregonando anti neoliberalismo, el anti capitalismo. El alineamiento con el presidente de Venezuela fue la otra postura. La ciudadanía se dio un compás de espera para ver los resultados del novedoso gobierno y lo respaldó en todas las consultas que se dieron a través del voto ciudadano.

La presencia en el poder del régimen al socialismo coincidió con el elevado precio de las materias primas que exportamos, minerales e hidrocarburos, esto debido a la demanda de los países emergentes, con precios nunca antes vistos, además del apoyo contundente de los gobiernos de Cuba y Venezuela.

En estos seis años de gobierno del MAS se ha ejecutado una agenda más de coyuntura política partidista que de políticas de Estado; se ha perseguido y liquidado a la oposición partidista y regional; se ha echado abajo la institucionalidad del Estado; se aprobó una Constitución Política a medida del régimen; se ha pretendido una hegemonía política casi absolutista, y al Presidente se la ha creado una figura de caudillo, supremo hacedor de lo que se debe o no hacer.

Por otro lado, han aflorado las contradicciones del régimen, pues en ausencia de una oposición partidaria se ha creado una oposición de los mismos sectores sindicales y campesinos, además de los trabajadores, que están soportando una arremetida represora del gobierno supuestamente socialista, que ha pretendido paralizar la protesta social legítima, rebajar salarios a sectores de salud (no otra cosa significa aumentar horas de trabajo sin remuneración); ha hecho agredir violentamente a la marcha de los indígenas de tierras bajas; de las declaraciones de “defensa de la madre tierra” pasó a la construcción “sí o sí” de una carretera que afecta un parque de reserva ecológica.

Las posturas anticapitalistas y antineoliberales han quedado en declaraciones, pues el modelo económico que sustenta las políticas del régimen es el neoliberal, con la presencia en el sector de hidrocarburos de transnacionales como Repsol, que goza de simpatía gubernamental. En otros sectores se ha adquirido a la fuerza acciones de empresas privadas extranjeras que, con alguna excepción, no han dado los resultados esperados y ofrecidos; el apoyo al régimen de los movimientos sociales ha quedado reducido al apoyo de las “bartolinas”, la Confederación de Trabajadores Campesinos, los colonizadores, ahora denominados interculturales (?), los cocaleros y algún otro sector movido más por el favor político que por un sincero alineamiento.

La propaganda de que el régimen contaría con grandes recursos financieros es contradicha por la poca atención a las demandas sociales de mejores salarios, atención a grupos especiales y, en general, ante un cuadro de subida de precios de toda clase, en especial de productos de la canasta familiar y los farmacéuticos, lo que está empobreciendo a las clases media y popular.

En general la condena a los constantes errores del Gobierno es mayoritaria, según las encuestas, mientras el régimen proclama quedarse en el poder por siempre.