Redoblar esfuerzos antes que sea tarde

El hombre no vive pendiente de la muerte, pero alguna vez piensa y reflexiona en torno a ella, posiblemente con cierta tristeza por los suyos, quienes tarde o temprano tendrán que asumir la misma actitud. Es una reacción natural que se manifiesta reiteradamente en tiempos de gozo y de congoja, de paz y de guerra, debido a que la muerte, como el nacimiento, es un acontecimiento que marca una etapa de la vida humana.

El hombre sano o enfermo, poderoso o débil, gobernante o gobernado, creyente o ideólogo, ratifica sus temores ante la muerte, porque no la acepta, por ello es que, antes de este acto, muchos lucharon a brazo partido para sobreponerse a diferentes males. Algunos lograron ese objetivo y otros, desgraciadamente, no.

En el largo plazo muchos de nosotros estaremos bajo tierra. Es una insoslayable realidad que recaerá sobre ricos y pobres, sobre apuestos varones y bellas mujeres, debido que nadie tiene la vida sempiterna como la roca. “Pues polvo eres, y al polvo volverás”, reza el dicho bíblico. Esta es la suerte que correrá todo ser humano que ama y odia, que lucha y desiste, que lanza ideas y cosecha frutos. En este marco algunos líderes que revolucionaron el pensamiento político - ideológico de los pueblos, en los instantes más trascendentales de la historia de la humanidad, se vieron reducidos, en su tránsito a la eternidad, a polvo que se llevó el viento.

¿Y quienes tienen en sus manos ahora el destino de la población mundial, estimada en siete mil millones de habitantes?, ¿qué legado dejarán, en el momento de emprender el viaje sin retorno, a las nuevas generaciones? ¿Será lo malo, lo angustioso y las promesas de siempre? He ahí la pregunta del millón que surge tomando en cuenta, básicamente, que el futuro es incierto e imprevisible. Nadie sabe, a ciencia cierta, lo que va a suceder mañana. “No sabes el mal que vendrá sobre la tierra”, advierte Eclesiastés.

Y se supone que rescatando aquella realidad y esta insinuación, los hombres y las mujeres que detentan el poder en el mundo, en los países imperialistas y antiimperialistas, deben redoblar esfuerzos a fin que se impongan la equidad y la justicia, en la perspectiva de limar asimetrías sociales y solucionar, en la medida de lo posible, problemas como la trata de personas, explotación laboral, crimen organizado, inseguridad ciudadana, entre otros, como respuesta a las exigencias del momento histórico.

Que las nuevas generaciones tengan la opción de vivir con dignidad, en un medio social bendecido por el Dios de la vida. Queremos que todo hogar tenga abundante pan, techo seguro y empleo para atender, debidamente, las necesidades de alimentación, salud y educación, a favor de la niñez y la juventud, en particular. Basta de discursos vacíos, la especie humana exige, de manera perentoria, a derechistas e izquierdistas gestión para tener un venidero mejor.

En suma: quienes conducen los destinos del mundo, representado por países grandes y pequeños, que extremen esfuerzos y alienten proyectos, con una entrega total al servicio incondicional del prójimo, antes que sea tarde, como señal de cambio.