En meses recientes, el presidente Evo Morales ha arreciado su ofensiva contra el capitalismo que domina en el mundo actual y que existe en Bolivia con creciente desarrollo, pese a algunas dificultades políticas contemporáneas. En esa orientación política, el primer mandatario hizo nuevas declaraciones en la celebración de la Batalla de la Coronilla, oportunidad en la que reiteró que su política es “anticolonial, anticapitalista y antiimperialista”. Empero, esa campaña anticapitalista, pese a todas las buenas intenciones, podría afectar la evolución de la economía nacional.
En primer lugar el capitalismo se basa esencialmente en la existencia de la propiedad privada. Pero al proponer una lucha contra el capitalismo lo que se hace directamente es atacar la propiedad privada a la cual se dice defender e inclusive en fecha reciente se ha dictado una disposición legal que ya está vigente.
Por otro lado, la supuesta lucha contra el capitalismo lo que hace es evitar la llegada al país de inversiones extranjeras, ya que los empresarios foráneos que quieren venir a Bolivia, lo que buscan es desarrollar formas capitalistas de producción, porque no van a venir al país para que su dinero sea objeto de un trato socialista, populista o comunitarista o cosa parecida. Esos empresarios lo que desean es aplicar el sistema capitalista de producción y si no tienen las condiciones necesarias para aplicarlo, naturalmente renunciarán de inmediato a cualquier intento de invertir su capital y tecnología en Bolivia.
Pero no sólo resultan afectados por esa política anticapitalista los inversionistas extranjeros, sino también los inversionistas nacionales, ya que esa es la única forma de realizar proyectos de diversa naturaleza. Un empresario boliviano si no encuentra condiciones capitalistas para invertir en el país, lo primero que hará es hacer sus inversiones en cualquier otro país donde encuentre un sistema económico que esté de acuerdo con sus proyectos.
De esa manera, como los inversionistas extranjeros y nacionales no pueden desarrollar el sistema capitalista y encuentran que no se les permite esa forma de producción, lo que harán será, sin duda, emigrar con sus planes de industrialización y así dejar más empobrecido al país.
Empero no sólo son perjudicados y amedrentados por esa política anticapitalista los inversionistas nacionales, sino también el mismo Estado que está poniendo en aplicación con preferencia el sistema de “capitalismo de Estado”. Esto querría decir que al oponerse en forma tan tenaz al capitalismo, lo que estaría impulsando el Gobierno actual sería oponerse al sistema capitalista estatal que está poniendo en práctica con tanto empeño.
La contradictoria campaña anticapitalista que anuncia casi a diario el inquilino del Palacio Quemado ya dura varios años, pero se debe señalar en forma concreta que ese sistema económico-político no está comprendido en la actual Constitución. Por ello quienes estarían propiciando una política anticapitalista lo que están haciendo es precisamente ir contra la Constitución vigente, que no incluye en sus numerosos artículos la palabra socialismo o algún concepto parecido y menos la palabra comunismo.
Finalmente, se debe señalar que las contradicciones semánticas y de fondo con las que se desarrolla la vida política del país están causando más daño que beneficio, por lo que debe realizar al respecto un profundo golpe de timón.
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