Entre la ofensa y el delito

Especialistas advierten malinterpretación de los términos “racismo y discriminación”



Las agresiones físicas con tinte racista derivaron en una norma que hoy se ha politizado. El Viceministerio de Descolonización es el encargado de interpretar las sanciones, mientras activistas de DDHH piden aplicar criterios legales con responsabilidad. El MAS acude muchas veces a denigrar a la oposición y el debate legislativo observa una pugna revanchista que parece no tener fin.

Desde la llegada del dirigente sindical Evo Morales a la Presidencia de Bolivia, el partido gobernante difundió un discurso que creó el imaginario de igualdad y equidad como “recompensa” a las minorías oprimidas que sufrieron durante siglos el racismo y la discriminación. Sin embargo, estos términos tienen sus alcances, diferencias e implicaciones políticas que fueron observadas por especialistas.

El experto en lingüística, Víctor Hugo Quintanilla indicó que el racismo se entiende como la exacerbación o defensa del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando se convive con otro u otros, en sentido de las relaciones sociales.

“El origen del término racismo nace en el contexto occidental en base a los estudios que se realizaban para determinar la capacidad de los seres humanos. Estos estudios son de carácter darwiniano”, citó.

Puntualizó que uno de los aspectos más importantes de Charles Darwin es el racismo, debido a que consideraba a los europeos “blancos más avanzados” que otras razas humanas. Además, presuponía que algunas razas se desarrollaron más que otras y que las últimas aún tenían rasgos de primates, por su presunta descendencia con los monos, dentro de la teoría evolucionista.

Quintanilla indicó que una persona puede incurrir en racismo o discriminación cuando, por ejemplo, acusa a alguien de un delito sin tener pruebas y recurre al insulto ofensivo.

En diversas ocasiones, los políticos opositores fueron acusados de incurrir en estos supuestos por frases o palabras que presuntamente ofendían a los gobernantes. Uno de los últimos casos, fue el de la diputada por Convergencia Nacional (CN), Adriana Gil, cuando aseguró que la actitud del presidente Evo Morales, con los pueblos indígenas del Tipnis, es “desleal y mentirosa”.

“En esos casos el asunto de discriminación no se aplica. Hay una diferencia, si usted le dice a una persona que está mintiendo y se tiene pruebas que evidencian que esta persona ha mentido, entra en la crítica; pero en el caso de que a una persona le insulten sin pruebas del hecho, es un criterio subjetivo que se convierte en discriminación”, afirmó.

Por su parte, el periodista Mario Espinoza, explicó que en el ámbito periodístico y comunicacional, los términos de racismo y discriminación pueden manifestarse en formas prácticamente imperceptibles.

“Dentro del género de periodismo de opinión o en un editorial, cuando un periodista usa términos racistas está cometiendo delito. Por ejemplo, ‘en el altiplano, los collas que no se bañan son…’, eso es ofensivo, pero si se dice ‘en el altiplano los collas....’ sin mencionar ningún adjetivo ya no es ofensivo”, puntualizó.

Agregó que en el periodismo, el racismo es transcribir ofensas atribuidas a terceros o a fuentes que pidieron no ser identificados.

Respecto a la publicidad, Espinoza hizo referencia a los spots televisivos que consolidan el prototipo de belleza y éxito, en personas de piel blanca y estatus social económicamente acomodado.

“Están los avisos considerados racistas: ‘Se requiere personal para atender clientes especiales’ o ‘Sólo se recibirá gente blanca, limpia...’ o el consabido ‘Gente de buena presencia’ ¿Qué es buena presencia? Pasa lo mismo con el famoso ‘Derecho de admisión’”, manifestó.

 
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