Como una respuesta a las aspiraciones de mejores días del conjunto nacional se necesita, a 187 años de la fundación de Bolivia, transformaciones estructurales, con una concepción progresista, de unidad e integración. Sólo con una actitud de esta índole, que signifique avance hacia un porvenir mejor, estaremos en condiciones de promover bienestar social, a favor de quienes nacieron en este jirón patrio.
El panorama social no es halagüeño, como siempre. Ahí tenemos a los campesinos pobres, reducidos a diminutas parcelas improductivas, en un país donde unos pocos acaparan extensas tierras productivas. Aquéllos viven alejados de hospitales, escuelas, medios de comunicación y servicios básicos, pese a un sistema gubernamental que pregona favorecer a los humildes, a los discriminados y excluidos, en el marco de las exigencias del momento histórico.
Asimismo obreros, docentes, empleados de la administración pública y otros sectores están sujetos a irrisorios haberes que no condicen con la realidad actual, no obstante que se advierte la distribución de algunos bonos. A ese conglomerado humano se suman los comerciantes minoristas, llamados gremialistas, quienes también están en similar situación. Obviamente que todos ellos muestran el rostro de un país postergado.
Desgraciadamente el proceso de cambio, que en su momento despertó entusiasmo, no ha logrado colmar las expectativas de la ciudadanía. En consecuencia ésta se ve obligada a exigir un cambio verdadero y real que satisfaga sus bolsillos. Es que continúa inmersa en la desesperación por obtener el sustento cotidiano, cuyo costo, como sabe la opinión pública, se ha tornado inalcanzable desde hace tiempo.
En este contexto reiteramos la necesidad de transformaciones estructurales que ofrezcan una mejor calidad de vida para los bolivianos. Un proyecto de transformación política, social, económica y cultural puede encauzar al país hacia el desarrollo nacional que tanto anhelaron nuestros mayores.
“Necesitamos transformar nuestras estructuras sociales y económicas. Convertir nuestra riqueza en algo que en verdad signifique riqueza para los guatemaltecos”, decía con razón el escritor Miguel Ángel Asturias, autor de “El señor Presidente” y Premio Nóbel de Literatura 1967.
En nuestro caso sólo mediante una acción concertada de todos los bolivianos, ricos y pobres, aymaras y quechuas, cambas y tupiguaraníes, surgirá la Nueva Bolivia que tanto deseamos, como resultado de una transformación estructural, pero en unidad e integración nacionales, en el contexto latinoamericano.
En suma: los gobiernos de turno, sin importar su color ni su tendencia política, están conminados a encarar el proyecto de transformación estructural que nos permitirá avizorar tiempos promisorios.
Y para terminar evoquemos las palabras de Arturo Uslar Pietri, escritor y político venezolano: “Que Bolivia logre ponerse en paz consigo misma y realice las grandes posibilidades que tiene…”.
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