Chile con una guerra premeditada se apoderó del litoral boliviano, aplicando el principio de que la victoria es la ley suprema de las naciones, por lo tanto la fuerza prima en cualquier contingencia, lo que se opone a los fundamentos del Derecho Internacional. En vista de que Chile pregona que los tratados generan derechos, Bolivia en su demanda internacional, como parte de su estrategia, debe pedir la revisión de este tratado, ya que Chile lo hizo por cuatro veces y el país tiene derecho a hacerlo.
Cuando se firmó el 20 de octubre de 1904 el Tratado de Paz y Amistad, Bolivia sellaba su destino porque con este acuerdo de ignominia se reconoce que los territorios ocupados pasan a propiedad del invasor. En esta situación, el país no puede aceptar que siga vigente este tratado, al cual se aferra tenazmente la diplomacia chilena, para coartar cualquier demanda boliviana de salida al mar con soberanía.
El presidente Ismael Montes, cuando se ratificaba en el Congreso boliviano el Tratado de 1904, expresaba que Bolivia había cumplido un deber doloroso y sin gloria, porque el país se había visto obligado a firmar el tratado con UNA PISTOLA EN LA ESPALDA. Así se sellaba el destino de los bolivianos.
Chile constantemente pide respetar el tratado y según su interpretación todo está conforme a las cláusulas estipuladas, sin embargo las normas del Derecho Internacional establecen que cualquier convenio hecho a la fuerza no tiene legalidad y puede ser observado en su aplicación. El incumplimiento de una de las cláusulas, respecto al Ferrocarril Arica-La Paz, tiene que ser expuesto en el momento oportuno. Y es que Chile no cumplió a cabalidad, saboteando al comercio exportador boliviano, porque este ferrocarril no llega en su recorrido a lo determinado en el tratado. Pese a ello anuncia oficialmente que el ferrocarril sólo llegará a su frontera, sin completar el recorrido hasta La Paz, lo que contradice el espíritu de este tratado.
El país vecino por estrategia diplomática plantea permanentemente una política de bilateralidad para tratar el tema de nuestra reivindicación marítima, de ningún modo acepta la multilateralidad de las negociaciones. Siendo así, cualquier posibilidad de solución se la tiene que consultar al Perú, de acuerdo con el Protocolo de 1929 que firmó este país con Chile, dando un carácter multilateral a las negociaciones.
Recordemos que las discusiones bilaterales efectuadas en varias ocasiones, desde 1879, no han dado resultados favorables a Bolivia, por una política distraccionista aplicada por Chile. Tiene que haber un cambio en la estrategia diplomática del Gobierno para anular la política conservadora de los diferentes gobiernos chilenos que se han sucedido desde la Guerra del Pacífico.
La reciente reunión de la OEA en Cochabamba no llenó las expectativas de Bolivia, ya que sus miembros en su mayoría manifestaron que debe haber un diálogo bilateral, lo que favoreció a Chile. En resumidas cuentas se fracasó en el cometido que perseguía el país, debido a que no se planificó la estrategia boliviana y no se hizo “lobbys” oportunamente.
Habrá que ver cuánto tiempo durarán estas negociaciones, ya que el Canciller de Chile fue claro en sus respuestas: el diálogo se hará sin concesiones y el tratado no se revisa. Por lo tanto, si Bolivia no obtiene resultados positivos en su demanda de salida al mar con soberanía, tiene derecho a apelar a otras instancias internacionales. Cuando en 1979 se aprobó la resolución de la OEA, favorable a los intereses de Bolivia, Chile no cumplió, porque se adjuntaba el término soberanía, posición que no acepta y que debe ser motivo de demanda ante organismos internacionales.
El autor es ex docente de la UMSA.
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