El hecho de que la cotización del oro se va a pique en los mercados internacionales y locales está produciendo efectos catastróficos entre instituciones bancarias y personas que han estado comprando grandes cantidades del metal dorado, pensando que su cotización llegaría a niveles nunca antes conocidos y que podría reportar grandes beneficios comerciales.
Sin embargo tan optimista manera de ver los negocios resultó, más a la corta que a la larga, en un fiasco y provocó grandes pérdidas para quienes con desesperación esquizofrénica se dedicaron a comprar el metal sin tomar en cuenta alguna previsión y aun despreciando sugerencias de analistas que decían que llenar las arcas con oro, comprándolo, sin tomar en cuenta diversos factores, constituía un grave peligro.
Ahora el oro cayó de casi 2.000 dólares la onza a alrededor de 1.500 dólares, lo cual significa una tendencia en descenso del precio, que al parecer continuará en el mismo ritmo hasta alcanzar niveles reales, ya que las alzas antes producidas se originaban en factores psicológicos más que referencias reales que, también, por su lado, no dejaron de originar la caída de la actual cotización bajista.
El derrumbe del precio del oro pudo ser previsto hasta por novatos en materia de economía, pero los optimistas sin límite no vacilaron a acudir a sus fondos para comprar el metal. No comprendieron que la exagerada alza del precio del oro se debía a factores especulativos de corredores de bolsa internacionales, ni a hábiles maniobras de parte de banqueros que juegan con las cotizaciones para obtener rápidas ganancias y luego precipitar catastróficos efectos en los ilusos y descreídos “economistas” de tierra adentro.
Pero uno de los factores que está determinando el derrumbe del precio del oro y otros minerales es el increíble aumento de la producción del metal dorado en todo el mundo, debido a que en todas partes (en particular en Bolivia) la gente se dedica a buscar oro en vista de las grandes ganancias que ofrecía su explotación, o sea ganar 2.000 dólares por onza troy (unos 28 gramos) en un día.
Ese crecimiento de la producción de oro produjo lógicamente aumento de la oferta del oro, lo cual por lógica del mercado, hizo que la cotización caiga a niveles por lo menos próximos a los normales, donde seguramente se mantendrá por bastante tiempo.
Esos factores, entre otros muchos más, no fueron tomados en cuenta por los comerciantes de oro en muchas partes del mundo, pero en especial en Bolivia, donde los ingenuos y descreídos se dejaron sorprender por sus pocos conocimientos y desmedido optimismo, entre ellos algunos directivos del Banco Central que se apresuraron en comprar y acumular oro para guardarlo en sus bóvedas sin comercializarlo, con la dulce esperanza de obtener ganancias y así aparecer como genios de las finanzas.
Tan dramática experiencia determinó que el derrumbe del precio del oro de 1.900 dólares la onza troy a 1.600 (en números redondos) ha originado de inmediato que el Banco Central sufra una pérdida inmediata de unos 300 millones de dólares sin considerar que esa pérdida podría ser mayor a medida que el metal siga bajando de precio, lo cual es más seguro que probable, por las referencias anotadas. De otro lado, la caída del precio del oro provocará un descenso de las Reservas internacionales, porque éstas suben o bajan en cuanto el metal sigue las mismas tendencias.
Recordemos que el crecimiento de las reservas internacionales se debe más, en gran proporción, a la subida del precio del oro que a otra clase de rubros, dato que es guardado por el Banco Central como previsión informativa.
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