Recuerdos del presente
La ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, ha dicho algo que el presidente Evo Morales no quiere aceptar: que cárteles de narcotraficantes colombianos están operando en Bolivia.
La señora Holguín tomó la ocasión para subrayar que en su país la lucha contra el narcotráfico tiene éxitos. “A veces el éxito nuestro es perjudicial para otros”.
En esta frase está reflejado el análisis hecho por las Naciones Unidas acerca de la flexibilidad con que actúa la internacional del narcotráfico. Ese análisis decía que con la política dura aplicada por Álvaro Uribe en Colombia, el narcotráfico había optado por migrar hacia playas más propicias, como las bolivianas, donde el control estaba disminuyendo.
Lo que sabe la señora Holguín es que los narcotraficantes de su país tienen la costumbre de ocupar regiones completas, crear territorios libres donde no llega la soberanía del Estado.
El presidente Morales niega que los narcotraficantes colombianos estén operando en Bolivia pero no podría explicar por qué el parque Choré es un territorio donde no tiene pisada la policía boliviana y el origen de los recursos que manejan los “moto-bancos”, que son motociclistas colombianos que lavan dinero haciendo préstamos a pequeños empresarios bolivianos.
Aquí, el discurso del presidente sugiere que los bolivianos son muy, pero muy tontos. Pretende que los bolivianos, que escuchan, sin prestarle atención, las cosas que él dice hasta tres veces al día, crean en los Reyes Magos, en la Caperucita Roja pero no en Blancanieves.
Como nos ha venido a decir de frente la ministra colombiana, Bolivia es un país tomado por el narcotráfico internacional. Lo que no dijo ella, porque no corresponde que lo haga, es que las políticas aplicadas por el gobierno de Morales alientan el ingreso de los narcotraficantes extranjeros.
La expulsión de la DEA, el desmantelamiento de los sistemas internos de control de cocales y del narcotráfico equivalen a letreros de bienvenida para todos los facinerosos del mundo.
La ministra de Relaciones Exteriores de México no quiso hablar del tema, pero tendría muchas cosas para contar. Y entre ambas, la colombiana y la mexicana, podrían decir todo lo que saben sus gobiernos sobre la rivalidad que ha nacido en territorio boliviano entre las mafias de sus países.
Alguien tendría que hacerle notar al jefe de los cocaleros del Chapare que el discurso que tenía para proteger esos cultivos se ha convertido en una arenga que amenaza la existencia de Bolivia.
Él mismo admite que sus compañeros del Chapare usan ahora vehículos de lujo, muy caros, pero no quiere admitir que el narcotráfico ha copado esa geografía boliviana.
Hace pocos meses, el expresidente colombiano César Gaviria me dijo que, según sus propios cálculos, el Estado colombiano controla 40% del territorio de su país.
Lo que corresponde ahora es calcular cuánto del territorio boliviano controla el Estado boliviano, tan debilitado por el gobierno de Morales. Cuando él se vaya habrá que iniciar una campaña para recuperar todos los territorios perdidos ante el narcotráfico.
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