Mientras en Bolivia el gobierno de Evo Morales planteaba en la Asamblea de la OEA re-negociar el Tratado de 1904, en el mundo de los negocios, los países y sus gobiernos con visión global y de largo plazo diseñaban el posicionamiento económico para este siglo. Eso es comprender la economía capitalista; la crisis actual plantea a los gobiernos y a cada región, a formar nuevas instituciones económicas acordes a las mutaciones en la economía mundial.
Es conocido que el capitalismo tiene dos prácticas insustituibles: liberalismo y proteccionismo; éstas son las dos caras de un mismo funcionamiento. El asumir una de ellas, significa dar la jugada más apropiada y en el momento preciso para lograr beneficios que favorezcan a una economía: acumulación, tecnología, empleo, mercados... etc.
Desde hace algunos años, en las Américas impera un proteccionismo que no toma en cuenta el potencial económico y tecnológico de los países, recordemos: sustitución de importaciones o la explotación sólo de materias primas. Con este propósito, Cristina Kirchner fue clara al decir que ella estaba “determinada a continuar con las sustituciones a las importaciones a pesar de las críticas de aquellos que no viven más que de la exportación”.
Otros países a pesar de la crisis de la economía mundial se reorganizan de acuerdo con las mutaciones y el nacimiento de nuevas instituciones en la máquina económica. Entonces, ¿cuál es la jugada para Bolivia en esta gran mutación económica, institucional y monetaria en preparación? La economía siempre está envuelta de ideologías y posiciones políticas, éstas no están al margen de las dos prácticas económicas y comerciales. Los que ignoran la relación entre la economía y el Estado terminan teniendo fe en éste y son incapaces de resolver los fenómenos que genera la economía.
Desde hace unos seis años Bolivia está con los “socialistas” del Siglo XXI; juntos están empeñados en construir el ALBA, cuyo postulado central es la integración económica sobre la base de afinidades ideológicas: anti-imperialista y anticapitalista. Las aspiraciones son: un mercado común, un Banco Central y una moneda única (el Sucre).
En este supuesto modelo, el Estado es el eje central de la economía. Pero por los resultados logrados, los miembros del ALBA están parqueados frente a la dinámica del comercio mundial; primero por el juego geoestratégico de Venezuela y la excesiva heterogeneidad de las economías del grupo. Es un negocio entre pobres.
El ALBA cuenta con un PIB de 528 mil millones en dólares, con 72 millones de consumidores, los países que lo integran son Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Antigua Barbados, Santo Domingo, San Vicente y las Granadas. Por definición son anticapitalistas, por tanto no les interesa el comercio mundial, además están convencidos de que el capitalismo va a morir.
Mientras que la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, México, Colombia y Perú, tiene una relativa homogeneidad y el potencial económico es como sigue: un PIB de 2.000 millones, consumidores 215 millones. La firma del pacto de la Alianza del Pacífico corta el continente entre los partidarios del libre cambio y los proteccionistas, abriendo así un escenario de desafío al ALBA.
Todo fue planeado. Sebastián Piñera había invitado a Juan Manuel Santos, a Ollanta Humala y Felipe Calderón, como también al rey de España Juan Carlos, a un lugar que encarna la “visión a largo plazo”: el Observatorio astronómico europeo del desierto de Atacama, a 2.7000 metros de altitud. El presidente chileno dijo que era una señal de apertura “de buen augurio en este mundo marcado por las recesiones y la estagnación”.
El pacto parece tener el lema “Liberales uníos”; así nace la zona de integración económica en el Pacífico, a partir de ahí, Perú, Chile, Colombia y México se proponen ocupar los espacios del mercado asiático, cerrando de esta manera a países envueltos por el proteccionismo. También se proponen atraer más inversiones extranjeras, que en estos años han contribuido al crecimiento económico vigoroso; del mismo modo la Alianza se compromete a eliminar las barreras comerciales bilaterales residuales.
Este pacto hace saltar en el mundo un juego de intereses, en el que Bolivia no estará todavía por muchos años, lamentablemente. En este nuevo escenario la China entraría en un desafío abierto a la Unión Europea; y los chinos parecen estar decididos a suplantar a la Unión Europea y ser el segundo proveedor detrás de los Estados Unidos. La gran ventaja es que los miembros de la Alianza están a lo largo del Pacífico y tienen la idea clara de que el destino es Asia. ¿Y Bolivia hará algo con el ALBA?
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