Los bolivianos parece que somos renuentes a conocernos, comunicarnos, confraternizar e inclusive intercambiar inquietudes, para buscar un futuro mejor, en unidad e integración. Por consiguiente poco nos interesa auscultar el territorio patrio para descubrir sus secretos o disfrutar de sus encantos.
Desafortunadamente nuestro destino parece que fuera nacer, crecer, reproducirnos y expirar, dentro de las fronteras de la “patria chica”, sin haber columbrado la dilatada geografía nacional, con tierras altas y bajas, con hombres laboriosos y esforzados. Y con quienes piensan alcanzar días llevaderos en el marco del cambio que se postula hoy.
Existen compatriotas que nunca salieron fuera de sus pagos, por ejemplo: muchos occidentales conocen, me incluyo entre ellos, muy poco del oriente boliviano, su gente, sus costumbres, tradiciones y creencias. Como consecuencia de esta realidad se reaviva, permanentemente, el fenómeno del racismo y el regionalismo disociadores. Pues cada quien cree que su “patria chica”, de origen aymara, quechua o tupi-guaraní, es lo más significativo, sin parangón alguno.
Empero los extranjeros conocen las regiones estratégicas, las turísticas y recónditas del territorio patrio, no así quienes han nacido en esta tierra bendecida por el Supremo Hacedor. Ahí están aquéllos como turistas, misioneros evangélicos, técnicos, estudiosos e integrantes de organismos no gubernamentales, que, al margen de impulsar sus actividades respectivas, acopian información fehaciente o no, sobre la realidad boliviana, en el continente sudamericano. Así de simple y sencillo.
Los extranjeros, como acá se prefiere lo foráneo, conocen lo más íntimo de los bolivianos. Asimismo los índices de la pobreza, del analfabetismo, de la producción minera, gasífera, de la coca excedentaria, del narcotráfico, etc.
Esto siempre ha sido así. En este contexto recordemos que los chilenos se paseaban por el Litoral boliviano como “Juan en su casa”. Los brasileños por el Acre y los paraguayos por el Chaco. Y los resultados, según relata la historia, fueron funestos y desastrosos para los altos intereses de la Patria. Bolivia fue fundada con una superficie de 2.343.769 Km2 y reducida a 1.098.031 Km2. Las pérdidas por tratados diplomáticos son del orden de 671.738 Km2 y por guerras internacionales alcanzan a 574.000 Km2.
Los extranjeros no sólo se limitaron a conocer los usos y costumbres de un país diverso, como el nuestro, sino que se entregaron a la tarea de detectar las potencialidades económicas que encierra aquél, en sus diferentes regiones. Y también ha desentrañar la idiosincrasia de la población nacional. Posiblemente les llamó la atención el carácter turbulento del habitante de la nación boliviana, que se traduce en actitudes de ingobernabilidad, que frustran e inviabilizan proyecciones históricas, en todos los tiempos.
Ante esta situación el espíritu de los vencedores de Ingavi, Iruya, Montenegro, Tarapacá y Alto de la Alianza nos ilumine para que se imponga en Bolivia el orden, la paz, el respeto a las leyes, la justicia social y la convivencia pacífica.
En suma: debemos integrarnos, en todos los aspectos, conociendo los rincones más ignotos del territorio patrio y conviviendo entre orientales y occidentales, en una actitud de unidad nacional.
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