Julio C. Gambina
Mientras en la Argentina se procesan tensiones políticas por la evolución de la economía, sea por la desaceleración económica, el precio del dólar o la demanda de sectores movilizados, especialmente los trabajadores agrupados en la CTA, que esta semana concentraron la protesta en reclamo de salario mínimo por 5.000 pesos mensuales, las asignaciones familiares con criterio universal y la previsión social en el reclamo histórico del 82% sobre el ingreso de los activos; en el mundo se manifiestan esas tensiones en la discusión sobre el rumbo político ante la continuidad de una profunda y duradera crisis de la economía mundial que empezó a hacerse visible en torno del 2007 y 2008, es decir, hace ya un lustro, y sin horizonte de culminación en el corto plazo.
El epicentro ahora está en España, la cuarta economía de la zona euro, luego de Alemania, Francia e Italia; donde el rescate bancario que acaba de decidirse alcanza a los 100.000 millones de euros, unos 125.000 millones de dólares. Ello supone un ajuste fiscal enorme para cancelar ese préstamo en los próximos años, proceso a cargo de un gobierno afín a las políticas de austeridad. Sólo resta conocer la respuesta de la sociedad, especialmente de los más vulnerables, en una situación que registra un 25% de desempleo y un 45% de desocupación juvenil. Lo que importa es la respuesta política, precisamente porque España respondió ante la crisis con un giro a la derecha: el actual gobierno de Rajoy y el Partido Popular.
La reflexión es interesante porque la lectura política de la crisis parecía inclinarse a la derecha, con la incorporación de partidos fascistas al parlamento griego; o la inclusión de tecnócratas ajustadores y por el rumbo de la austeridad en los gobiernos de Grecia e Italia. La dinámica política con la masividad de indignados y protestas sociales en Europa parece indicar un vuelco de la situación, luego de las presidenciales francesas y especialmente en las próximas elecciones griegas, donde una inesperada votación hacia una “izquierda radical” puede modificar el escenario, y no sólo porque la izquierda gane una elección, sino porque reabre el debate sobre Grecia en la Unión Europea y el mantenimiento del euro bajo otras condiciones. Hasta ahora, sólo había lugar para el destierro de Grecia asociado a la salida del acuerdo monetario. Ahora se discute el propio euro, la hegemonía alemana y francesa. La izquierda griega no acepta el chantaje y el destierro, sino que discute la lógica de los acuerdos macroeconómicos del euro y la unidad de Europa.
En fin, la tesis que sostenemos es que la política interviene en el rumbo de la economía europea y mundial, a tal punto que en EEUU se discute la posible renovación del mandato presidencial de Barack Obama en función de la continuidad del elevado desempleo y la baja respuesta de la economía estadounidense a los estímulos para el crecimiento y la superación de la crisis.
Son temas de interés para la Argentina, amenazada por las tendencias recesivas de la economía mundial, que afectan la demanda de producción local y que se manifiesta en cesantías y suspensiones en algunos sectores claves de la industria, especialmente en el sector del automotor y sidero metalúrgico. Son cuestiones que estarán en el centro de la atención en las próximas semanas, con dos reuniones que concitan el interés mundial sobre la crisis. Una será la reunión del G20 en Los Cabos, México; y la otra en Río de Janeiro, Brasil, a propósito de Río+20, para un balance de dos décadas de contaminación desde la cumbre de la tierra en 1992. Argentina, Brasil y México participan del cónclave del G20 y los tres expresan el mayor desarrollo capitalista de la región latinoamericana, el que se pone en cuestión en el debate sobre el modelo productivo en el cónclave mundial en la ciudad carioca.
La crisis es mundial, y como la política es nacional, sirve cuestionarse las alianzas políticas y sociales que en cada país procesan las diferentes tensiones políticas. ¿Qué reclamos y demandas atender con prioridad? ¿La voz de las cacerolas por el acceso al dólar? ¿La defensa de los ingresos populares demandada en las calles, negociaciones paritarias, junto al reclamo de aquellos que pretenden actualizar subsidios o ingresos previsionales? La política económica no satisface todas y cada una de las demandas. Siempre supone beneficiarios y perjudicados. La continuidad de la crisis requiere se aliente una iniciativa política que resuelva demandas económicas y construya sujetos para objetar y transformar la realidad del modelo productivo capitalista que condena a la depredación de la naturaleza y la superexplotación de la fuerza de trabajo. Es un debate que se transitará en las ocasiones de los próximos cónclaves mundiales, en México y en Brasil.
Julio C. Gambina es Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Profesor de Economía Política en la UNR. Presidente de la FISYP. Integrante del Comité Directivo de CLACSO.
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