En la historia del Parlamento Nacional -como seguramente ocurre en la mayoría de estas instituciones en el mundo- muchas veces se presentan las ocurrencias más increíbles, las posiciones más extrañas y las conductas más absurdas. Hace pocos días, un diputado de la oposición (no sería extraño si fuese uno del partido oficial) presentó la peregrina idea de “aumentar ingresos a los diputados” alegando que lo que ganan (alrededor de 14 mil bolivianos mensuales) “no les alcanza”, especialmente si deben solventar gastos en viajes, viáticos, alquileres en la sede del Legislativo y en sus distritos para atención de sus familias.
Lo extraño es que, según el vivaz parlamentario, el monto saldría “de los remanentes que quedan mensualmente” y que, en total ascenderían a muchos millones de bolivianos al año. Este monto, en caso de ser remanente presupuestario, lo correcto sería que sea devuelto al Tesoro General de la Nación y sea destinado a gastos perentorios que son precisos para cubrir obligaciones, ya que la pobreza hace cada vez más estragos.
“No alcanzan las dietas”. ¿Es que no son los sueldos más altos los que ganan los parlamentarios? Y, en compensación, ¿cuánto le dan al país? ¿Cuál es el rendimiento, per cápita, de un senador o un diputado? ¿No es de sus sueldos que deben salir los gastos de transporte, alquileres, alimentación y otros como ocurre con toda la población que no requiere de incrementos especiales para cubrir cada una de sus necesidades?
La propuesta, peregrina desde todo punto de vista, resulta ser contraria a un sentido elemental de ahorro y, además, dispendiosa cuando los integrantes del Legislativo no sólo perciben este tipo de ingresos con sus dietas sino que cobran por todo con inclusión de gastos de traslado, viáticos especiales de representación y otros. ¿Hasta qué punto puede llegar la ambición y la angurria por dinero de quienes se dicen “padres de la patria” -sin saberse de dónde proviene título tan rimbombante que no corresponde-? ¿Dónde está la “honorabilidad” tan pregonada cuando lo primero que se quiere hacer, aprovechando la oportunidad, gastar remanentes que bien servirían para paliar la pobreza?
Normalmente, hay críticas y censuras a miembros del MAS, partido de gobierno, por extrañas conductas que muestran en muchos aspectos de lo que dicen y hacen; pero, esta vez, es censurable que un partido de oposición lo haga o, tal vez, ¿será un medio de “oponerse” cuando hay maneras y modos más ortodoxos para hacerlo y con objetivos constructivos? ¿O es que el partido al que pertenece el parlamentario de marras (CN) piensa que se debe usar todo dinero de las cámaras en pagos extraordinarios? Hay muchas preguntas que los partidos de oposición -en cuya representación parece que actuó el diputado de la peregrina idea- deberían responder y, si fue un “lapsus” personal, hacer las consabidas aclaraciones con las debidas censuras al autor.
Un elemental sentido de prudencia, ahorro y responsabilidad debería ser más que suficiente para que los parlamentarios cuiden lo que vayan a decir y proponer, habida cuenta que las arcas del país no pueden ni deben estar abiertas para quienes creen que pueden disponer graciosa y gratuitamente de ellas.
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