De tanto en tanto, los medios de comunicación dan a conocer la acción de diputados, del oficialismo y de la débil oposición, en cuanto a pugnas, discusiones y hasta peleas que se producen en el seno de la Cámara de Diputados. Las bancadas de oposición reclaman derechos que dicen corresponderles; por su parte, diputados del MAS -que son la mayoría camaral- buscan la hegemonía total porque, simplemente, no querían “competencia” alguna y menos controles que, con seguridad, deberían ejercer los diputados de partidos que aún tienen representación.
Es lamentable como en un poder del Estado como es el Legislativo, sus representantes no tengan noción del papel que deben desempeñar y dan, cada cierto tiempo, motivos de queja a la población por la conducta de sus miembros, sea en las comisiones, en las sesiones camarales o en las de conjunto con senadores.
El hecho de que una parte de senadores y diputados son designados “a dedo” por sus jefes de partido es explicación de conductas no acordes con normas elementales de respeto y consideración que deberían guardar los integrantes del primer y más importante poder del Estado. La existencia de los llamados “plurinominales” (senadores y diputados designados “a dedo”) es perjudicial porque lo ideal en todo caso es que todos sean designados por el voto popular.
Hay que lamentar que en ambas cámaras haya inclinación por la designación de sus miembros, lo que es, seguramente, por temor a no ser dignos de la confianza ciudadana; de otro modo, no habría oposición alguna para que todos sean elegidos por el voto popular. Tal vez el hecho de que la colectividad escoja a los candidatos que mejor convenga, sea medio para mejorar la calidad de sus integrantes.
Por otra parte, se ha hecho una especie de norma llamar al asiento camaral “curul” -asiento de forma hexagonal construido de marfil que era utilizado por los patricios romanos y que, ahora, por extensión, se llama al asiento del Papa y de altos funcionarios eclesiásticos; que se sepa, ningún senador o diputado tiene la dignidad episcopal-.
Es importante que al igual que el uso de la palabra “honorable”, el término “curul” sea desterrado de ambas cámaras (que también utilizan los municipios para los concejales) porque no corresponde. Los sitios ocupados por senadores y diputados se los llama asientos y la designación lógica para los representantes es de “señor senador” y “señor diputado”, no “honorable”, término que se utilizó cuando los representantes hacían un trabajo honorífico. Pero desde que ganan dietas y sueldos y otros gastos que insumen buena parte del presupuesto, el término “honorable” debería ser desterrado totalmente.
Hay normas y conductas que los representantes nacionales deberían cumplir por su propia dignidad y responsabilidad. El que cierta vanidad y petulancia les haga auto-designarse como no corresponde, está fuera de lugar. En ambas cámaras hay conductas que, si no están en los reglamentos de debate, deberían ser incluidos o reemplazados por los términos que corresponda. Ojalá que con cambios tan simples sea posible un trabajo más eficiente y constructivo de representantes mayoritarios y de la mínima oposición; entretanto, el pueblo observa, con decepción, que ciertas composturas están fuera de lugar.
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