Mario Ojara Agreda
La resolución de la Asamblea General de la OEA que se reunió en Cochabamba el año 1979 aplica la equidad, que es fuente del derecho internacional público; reconoce que Bolivia tiene derecho a una reparación histórica por el enorme daño que le causó la invasión del 14 de febrero de 1879, la más bárbara que registra la historia universal. Esta resolución debe ser sostenida y defendida con una política de Estado no sujeta a modificación por ningún gobierno de turno.
La Asamblea General del organismo regional, que se reunió últimamente en Cochabamba, en vez de advertir a Chile que tiene la obligación de cumplir la resolución de 1979, pidió diálogo bilateral, no hizo cumplir su propia decisión. El Secretario General es el ejecutivo de la OEA, pero dijo que nada tiene que ver con la resolución de 1979; fue cómplice del complot contra Bolivia. El mandatario masista expresó su satisfacción por el retorno al bilateralismo y expresó que en cuatro años más nuestro país tendrá mar con soberanía, este es un cuento para niños.
Según Chile “no existe ningún conflicto territorial pendiente de solución con Bolivia” y “el Tratado de 1904 es irrevisable”. El usurpador de nuestro mar y de las aguas del Lauca y del Silala nos ofrecerá cosas que la Convención de Naciones Unidas, firmada en 1966, ofrece a los 15 países del mundo que nacieron sin mar, a fin de que operen flotas navieras mercantes propias. Bolivia exige salida soberana y útil al océano Pacífico, sin compensación territorial; Chile nos usurpó 200 mil Km2 y debe devolvernos mar con soberanía. Todos los países sudamericanos limítrofes nos han concedido mar sin soberanía a fin de paliar nuestro encierro geográfico.
El conflicto marítimo requiere debates y más debates en el foro de la OEA y de la ONU, pero los diplomáticos masistas son mudos. Plantear la revisión del Tratado de 1904 ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya es pérdida de tiempo, el conflicto marítimo con el país vecino es político, no es jurídico. Toda la acción diplomática debe ser dirigida a que Chile cumpla la resolución de 1979 que expresa el apoyo y solidaridad a nuestra demanda marítima por parte de los 33 países miembros del organismo hemisférico.
El Gobierno debería actuar con seriedad y responsabilidad en sus relaciones con Chile. El mandatario masista firmó un acuerdo bilateral que concede libre tránsito a Chile para que conecte Iquique con el puerto de Santos del Brasil y se convierta en potencia bioceánica y entregó el bastón de mando al comandante del ejército chileno. El pueblo boliviano espera que el Gobierno reclame mar con soberanía en todos los foros internacionales y haga prevalecer la vigencia plena de la resolución de 1979.
Un comentario sobre hechos ocurridos. El grupo de dictadores de izquierda que conforma el ALBA quiere convertir a la OEA en otro ALBA, pero ignora que la Carta de la OEA debe estar en consonancia con la Carta de la ONU que no admite dictaduras de derecha ni de izquierda y que postula la institucionalidad democrática basada en la separación e independencia de los poderes del Estado. El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) es un instrumento de seguridad colectiva contra cualquier agresión armada, que Bolivia lo necesita.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos debe ser fortalecida, sus fallos tienen que ser vinculantes. La integración sudamericana y latinoamericana requiere que Bolivia recupere su soberanía marítima. La resolución de 1979 debe estar por encima de las argucias chilenas.
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